1º CONCURSO DE RELATO «EL CRUCE»
14º ENTCuentro
que celebraremos el fin de semana de 14, 15 y 16 de Marzo en Cabezón de la Sal, queremos invitaros a participar en este concurso que le hemos propuesto al restaurante EL CRUCE, el local donde comeremos el sábado 15 de marzo, con el objetivo de que desde sus cocinas nos lleguen los primeros efluvios de … inspiración.
Asistentes y no asistentes al ENTCuentro, estáis todos invitados a este
1º Concurso de microrrelato EL CRUCE
Sus bases son las siguientes.
1 – Pueden participar usuarios de la web estanochetecuento.com y amigos y conocidos de la página.
2 – Podrán presentarse un máximo de 2 relatos por autor.
3 – El relato se publicará únicamente en el espacio de comentarios de esta misma entrada del blog www.estanochetecuento.com, y tendrá una extensión máxima de 100 palabras sin incluir el título.
4 – La única condición del relato SERÁ SU TÍTULO que será obligatoriamente:
UN MENÚ ESPECIAL
5 – El plazo para su presentación se iniciará con la publicación de este post y durará hasta el DOMINGO 2 de MARZO de 2025.
6 – El jurado estará formado por los representantes del restaurante. En el caso de que alguno de los ganadores no se haya identificado debidamente será inmediatamente eliminado y el premio pasará al siguiente.
7 – Este concurso se fallará públicamente en los postres de la comida programada para el próximo 15 de marzo en el Restaurante EL CRUCE.
8 – Los premios para los dos relatos ganadores consistirán en lotes de productos locales de Cantabria y la inclusión del relato en el recopilatorio Esta Noche Te Cuento de 2025.
Ya sabéis…
100 palabras…
para UN MENÚ ESPECIAL
1. UN MENU ESPECIAL
La culpa la tuvo el hambre y tanta humedad. Primero fue la abuela, así se quedó, arrugadita como los garbanzos. Luego enfermó mamá, que se fue encogiendo y quedando como una ñora. Papá y el abuelo no supieron secar tanta lágrima y estuvieron remojaditos hasta parecer migas de bacalao, los pobres. Y luego, nos trajeron al hospicio. Con nosotros, se vino esta capa verde espinaca que tenemos encima. Creo que, con todo, ya lo puedo preparar. Habrá bastante para los que estamos en el orfanato. Sí, haré el potaje de vigilia y podremos celebrar la Pascua.
2. UN MENÚ ESPECIAL
Cuando llegaban los jinetes se ponía a temblar. Descabalgaban espadas en ristre y el señor feudal, dueño de todos, entraba desaforado a la taberna donde ella cocinaba la marmita para los clientes. Directamente la forzaba. Se marchaban todos inmediatamente.
Esta vez ella le dijo sonriendo que viniera él solo, que estaba deseando verlo.
La siguiente vez el idiota cabalgó sin su guardia. La joven le ofreció un generoso vaso de vino que él agotó embrutecido. La bestia no llegó siquiera a tocarla. Cayó desplomado.
Poco después la olla hervía con buena carne que los viajeros degustaron con deleite.
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3. UN MENÚ ESPECIAL
Deseaba causar buena impresión, pero una mosca en la sopa es difícil de aceptar, pese a que sabía por Keiko, mi novia japonesa, que las costumbres de sus padres eran diferentes.
No quería provocar un conflicto cultural con mis futuros suegros. Por Keiko estaba dispuesto a cualquier sacrificio. A punto de tragarme al animalito sin pensar, su madre detuvo mi primera cucharada, mientras se disculpaba con mil reverencias: «Las moscas no se comen», dijo.
Ver retirado aquel caldo fue un gran alivio para mí, hasta la llegada del segundo plato. Esta vez no hubo error: grillos salteados en salsa teriyaki.
4. UN MENÚ ESPECIAL
Decían que en aquel restaurante de especialidades marinas pasaban cosas extrañas, pero su carta me atrajo. Ofrecía sonrisas como entrante, caricias de primer plato, besos de segundo y postre con final feliz. Unas hermosas jóvenes me recibieron al entrar. El anuncio no engañaba: obtuve todo lo que prometía. Después, exhausto, me dormí.
Al despertar, estaba atado. Las mujeres tenían una cola de pez en la que no reparé al principio. Volvieron a facilitarme lo mismo a la hora de la cena y al siguiente día. Ya han pasado tres.
Grito, pero nadie puede escucharme.
Cada vez tengo más hambre.
5. UN MENÚ ESPECIAL
En una de las zonas más lujosas y exclusivas de la ciudad, cada noche prueban sabores nuevos y extravagantes, a veces agrios, otrora salados o dulces. Educados, se callan sus adjetivos y mirándose entre ellos, se retiran con una reverencia hacia los contenedores del restaurante y se acomodan entre harapos, cartones y mantas viejas. Suelen dormir abrazados para combatir el frío y, cada fin de semana, se regalan unas flores rescatadas de los centros de mesa.
6. Un menú especial
El cocinero estaba preocupado. Como temía, Antonio no había faltado a su cita de febrero. Un cliente apreciado por su amabilidad y su peculiar manera de elegir que, pasando por alto las innovaciones de la carta, requería siempre el plato asociado a cada celebración: las croquetas en el cumpleaños de los hijos, los langostinos el día de su onomástica, o la deliciosa tarta de queso en el aniversario de bodas.
Se quitó el delantal y con el plato humeante se dirigió al comedor, esperando que el primer san Valentín que acudía solo, pudiera degustar sus chipirones encebollados sin lágrimas.
7-UN MENÚ ESPECIAL
Hoy , por ser tu cumpleaños , he cocinado tu comida favorita. Lasaña de primero, después merluza al horno y de postre, arroz con leche. Todo regado con un gran reserva. Luego había pensado que podríamos ir a bailar que hace ya mucho que no vamos. Dirás que estoy loca, pero sabes que mover el esqueleto me alegra el alma. Por cierto, tu hermana llamó para decir que no vendría a la fiesta y de paso soltarme el sermón de siempre, el de “ dejarte ir”. Suspiro y contemplo tu mirada vacía mientras administro tu batido hiperproteico por la sonda.
8. UN MENÚ ESPECIAL
Me dijo que debía planificar un menú semanal saludable. Que añadiese frutos secos y cúrcuma, que dejase la carne y comiese más brócoli y soja texturizada.
Enamorado hasta las pencas, me pasé a la quinoa y al humus, dejé el alcohol y lo cambié por kombucha alcanzando el culmen de una vida sana y equilibrada.
Cuando ya estuve a la altura, me enteré de que lo que a ella realmente le gustaba era la ensalada de pepino de mi mejor amigo.
9.UN MENÚ ESPECIAL
El motín estalló a la hora de la cena. Al contrario de lo que afirman los responsables de la residencia, no se debió al menú especial de esa noche: puré de patatas, salsa de arándanos, pavo relleno y tarta de calabaza. Fue, aseguraba indignado ante los micrófonos de la televisión, el cabecilla de la revuelta, un octogenario llamado Teodoro, por tener que llevar unos estúpidos sombreros y cofias blancas para celebrar no sé qué fiesta de Acción de Gracias.
10. UN MENÚ ESPECIAL
Estaba tan adherido que tuve que utilizar el cuchillo. Un chorro de líquido negro salpicó mi bata blanca. Con ganas de terminar aquella operación pensé en otro instrumento más eficaz, las tijeras. Esta vez el corte fue limpio y aquel ojo que no había dejado de mirarme cayó rodando a mis pies. Con el segundo acerté a la primera.
Mis invitados elogiaron el olor que desprendía aquel magnífico ejemplar de besugo cocinado al estilo tradicional: refrito de ajos, pan rallado, unas rodajas de limón incrustadas en el lomo y cubriendo las cuencas de los ojos dos redondeles de su cáscara.
11. Un menú especial
Estaba al final de la calle Morgue. Restaurante: El gato negro. Especialidad: Trío de lechones asados con chocolate. Era tarde y nos habíamos quedado solos. H invitaba. Por fin había encontrado el camino y volvía a España. Su mano retiraba las miguitas de pan del mantel. Menos mal que teníamos mucha hambre. Allí había que comérselo todo. Terminé tan llena que me aflojé el cinturón. De repente se apagó la luz. Una bengala iluminaba la bandeja llena de chuches que se aproximaba hacia nosotros. ¿A qué me recuerda ésto, G? Entonces oí cómo alguien cerraba la puerta con llave.
12. Un menú especial
Junto a la vela hay un trozo de pan duro, un vaso de leche recién ordeñada, un puñado de nueces y algunas moras; un poco más lejos, una hoguera que no se esconde; y por encima, también sobre los edificios convertidos en escombros, un silencio grande y feliz. El ruido de los aviones y de las bombas ha cesado, ellos están vivos y juntos y, después del tiempo de dolor, han descubierto sus cuerpos colmados de esperanza; sus sonrisas nuevas y la emoción llenando de lágrimas sus ojos son la muestra palpable de que no puede haber nada mejor.
13. UN MENÚ ESPECIAL
Dentro de poco cumplo cien años. Todo un acontecimiento.
Sé que los más jóvenes de mi familia están preparándome algo. Siento su energía. Como sidra nueva escanciándose.
A mí alrededor escucho dulces conversaciones, aderezadas con toques de clavo, guiños gratinados, sonrisas frescas con olor a mandarina. Y alguna lágrima contenida, baja en sal.
Me intriga que cocinarán ¿Escogerán alimentos tradicionales, de los que me han acompañado toda la vida? ¿O me sorprenderán con aparatosas deconstrucciones, aliñadas con esas semillas ‘neosaludables’ que no me saben a nada?
Si pudiera elegir, como postre, desearía abrazos en almíbar de mis padres.
14. UN MENÚ ESPECIAL
Fueron felices. Dicen.
Pero después de aquel mágico beso llegó la cruda realidad.
Siguen comiendo perdices. Aunque desplumar y dejar orear dos docenas de pajaritos cada semana tiene su aquel.
Como los Siete se hicieron tan amigos de Su Príncipe, los domingos celebran un banquete para conmemorar El Gran Despertar, como todos lo llaman.
Con postre incluido; siempre a base de manzanas.
Así que pasa los viernes pelando, descorazonando y desplumando. Mientras canturrea, acompañada por los sonidos del bosque.
Desde que su Madrastra la engañó y la hizo comer aquella roja y preciosa fruta, ella es alérgica a las manzanas.
15. UN MENÚ ESPECIAL
—Hay que saber arriesgar— escuché decir a la chef mientras colocaba unas rodajitas de pera al pollo y pensé “esta vez me atrevo”.
—Con cariño y delicadeza—siguió diciendo.
“De eso tengo”, volví a pensar.
—La clave está en hacerlo con seguridad— dijo mientras mezclaba una salsa de mostaza con miel.
En mis pensamientos fluyó la determinación.
—Todo en su justa medida y en el tiempo correcto.
Ese punto me resultó complicado, ¿Qué debía hacer? ¿Darle un beso primero y decirle que la quería después? o… ¿tal vez mejor al revés? Me dio un beso y me declaró su amor.
16. Un menú especial
Llevo más de un mes en la cocina y todavía no me permiten acercarme a los fogones. Tan solo me dedico a pelar patatas. Y así, dándole al pelador, voy rumiando mi enfado. Me dicen que pare de una vez pero no puedo olvidar que vine aquí para ser un gran cocinero. Luego me aclaran que lo que quieren es que no monde mas. Ahora tenemos un nuevo menú: puré de patata, patatas asadas, tortilla de patatas y pastel de patata. Y mi nuevo cometido es fregar los cacharros.
17. UN MENÚ ESPECIAL de Jose María Escudero Ramos
-Un estudio de la prestigiosa Escuela de Gastronomía «Le Cordon Bleu» reconoce que las mejores recetas son las que llevan un ingrediente secreto. ¿Qué te parece, cocinillas?
-Creo que el ingrediente especial no tiene porque ser ningún secreto: Ama y haz lo que quieras, como dijo San Agustín. Ama y haz un buen guiso, ama y haz un delicioso postre. Trata los ingredientes con amor, agradece a todas las personas que han hecho posible que tú puedas elaborar un delicioso plato hoy.
-En definitiva, menos estudios y más «cociamar».
-Si amas cada plato que cocinas, obtendrás un menú muy especial.
18. UN MENÚ ESPECIAL
Mamá viene a casa con muchos papás que conoce en su trabajo. El último, un hombre rechoncho, de piel sonrosada y sin pelo, como la de los cochinillos, que se movía con andares de pato empujado por sus muslos rollizos, fue el que más nos gustó. Escondidos tras el sofá lo vimos acompañarla como un corderillo al dormitorio y luego empezó a resollar igual que un cerdo. Nuestra hermana mayor se rio. Dijo que era porque estaba muy gordo. Nosotros tampoco podíamos dejar de pensar en otra cosa. Cuando estuvo agotado y mamá abrió la puerta, nos lanzamos a devorarlo.
19. UN MENÚ ESPECIAL
Todos los siete de julio, me obliga a preparar un menú especial. Él celebra el día que comenzamos nuestra vida juntos. El día en que acaricié a mi madre por última vez, cambié de casa y abandoné la escuela. El día que ingresé en este mundo de los no vivos y los sueños se convirtieron en pesadillas. Estoy a la espera de la única luz que roza mi piel, la que se cuela por debajo de la puerta. Ayer tuvo su primer descuido y olvidó el matarratas en las escaleras. Después de siete años, celebraré yo también.
20. UN MENÚ ESPECIAL
Con delicadeza, guarda el pajarito en el bolsillo del babi. Siente lástima por su ala rota. Feliz, corre a la salida del cole: “¿Y mamá?, le traigo una sorpresa”. “Otra vez de viaje. Volverá en unos días”. Una ola salta de sus ojos de océano para romper en las tiernas mejillas: “Pero… me prometió…”
Camina cabizbaja de la mano de su cuidadora hasta llegar a casa. Rayas dormita en el patio. La niña se queda junto a él. “Mira lo que traigo. Es muy especial”. Feliz, escucha los trinos angustiados del pajarillo entre las fauces del gato.
21. UN MENÚ ESPECIAL
Son las primeras Navidades que pasan en Marte y la nostalgia invade cada rincón de la estación.
Para celebrar la Nochebuena cenan las patatas que los agrónomos han cosechado en la inhóspita tierra roja. Acostumbrados a los alimentos enlatados, este sencillo tubérculo les parece un manjar. Su sabor invoca las recetas de sus países de procedencia: fritas, en puré, cocidas, en tortilla…Por un momento se hace el silencio mientras que cada uno, con lágrimas contenidas, viaja por el tiempo y el espacio a un mundo que ya no existe, a las personas que amaron, a su hogar.
22. Un menú especial
Como cada mediodía, Boby espera con su rabito en intermitencia a que Jesusín le obsequie con un cachito de su plato. Como todos los mediodías, Jesusín aguarda impaciente ese momento en el que su madre se levanta a por su vaso de agua y así complacer a su amigo. Hoy, con toda la tajada de hígado empanado.
23-UN MENÚ ESPECIAL
-En la mesa dos, la ensalada sin lechuga que da gases pero sí con rúcula que tiene mucha fibra. En la mesa cinco, que la sopa de marisco la sirvan sin conchas que son un incordio. En la mesa tres, que no le añadan queso al solomillo al roquefort que le dan migrañas y el del niño muy hecho y con ketchup. En la mesa siete,la lubina a la sal que sea a la plancha por la tensión alta.
-Quizá deberíamos cambiar el título de la carta de fin de semana a “ menú especialito”
24. Un menú especial
Revisó con mimo las intolerancias, gustos, alergias y preferencias de cada comensal. La cena sería en grupo, en torno a una mesa redonda y a oscuras, por lo que no podía cometer ningún error. Desde que inauguró el negocio, las críticas siempre habían sido positivas, sobresaliendo, sobre todo por su buen ojo en la selección de los menús. Le extrañó que nadie comentara nada al salir. Tampoco apareció reseña alguna en ninguna publicación. Y, aunque la vida continuó su curso y el restaurante siguió prosperando, siempre le quedó la duda de si fue correcto el punto de cocción de la sopa de agua del grifo filtrada que sirvió como plato único aquella noche.
25. UN MENÚ ESPECIAL
Contigo pan y cebolla, me dijiste, y yo que nada sé de cocina pensé que no tendríamos nunca problemas. Me equivoqué y aquello de que con el pan las penas son menos, resultó no ser verdad. El hambre entró por la puerta y el amor, a punto estuvo de saltar por la ventana. Suerte que yo no dejé que me la dieran con queso aquellos que quisieron engañarnos y como tú y yo hacemos buenas migas, hemos salido adelante. Para celebrarlo he elaborado un menú muy especial, lleva uvas y queso que dicen que saben a besos.
26. UN MENÚ ESPECIAL
Veintitrés repeticiones llevan de la comida de Acción de Gracias. Porque o estornuda un técnico de sonido o suena el móvil de un cámara o se confunde uno de los actores con su frase, ¡y vuelta a empezar! A la señora Harris, que al principio no sabía cocinar, a estas alturas del rodaje le queda de rechupete el pavo relleno; la hija mayor abre latas de judías con mucho desparpajo; y la pequeña corta en rodajas la zanahoria casi sin mirar.
Y el señor Harris rellena de sidra la ponchera y, disimuladamente, esconde los cascos vacíos debajo de la mesa.
27. UN MENÚ ESPECIAL
Tras veinte años sin reunirnos el grupo de amigos de la juventud, reencuentro.
Hemos cambiado tanto… nosotros, la sociedad y las costumbres gastronómicas.
Queríamos sentirnos tal cual éramos: nobles compañeros.
No nos costó decidir qué organizar para el gran día: un menú especial. Cada uno dijo la comida que más nos gustaba. Tras la selección final de entrantes, platos y postres, encargamos a un gran chef que los cocinase tal cual eran en esa época en la que queríamos comernos el mundo.
Evocamos los sabores y vivencias que nos unieron. Descubrimos que, en esencia, no somos tan diferentes a entonces.
28. UN MENÚ ESPECIAL
Lleva esperando este momento desde que entró al Corredor, suplicando al cielo que le ayude, prohibiendo a su abogado que alegue. No pueden denegárselo. No es caro, ni difícil. Contesta sin titubeos a la pregunta protocolaria: lo último que quiere saborear es el guiso dominical de su madre aromatizado con las hierbas que preparaba su abuela. Instruye a su padre sobre dónde encontrar el último tarro que queda de aderezo, el que jamás encontró la policía. Cuando hunde la cuchara en el plato sonríe a los guardias. Esos cabrones se quedarán sin su espectáculo de chispitas.
29. UN MENÚ ESPECIAL
Sustituye la carne de canguro albino por pavo, los tomates azules del valle de Colchagua por los del Mercadona, los cebollinos siberianos por cebolletas de Cuenca, el vinagre de frambuesa por vino de brick y la mano de Buda con chocolate To´ak por limón con Elgorriaga. Sazona con imaginación y emplata con buen gusto. Enciende velas rojas, se pone su escote más sugerente, unas gotas de almizcle en las muñecas y se aprende de memoria el larguísimo nombre de los platos. Toda la carne en el asador. El crítico gastronómico se rinde en cuanto se sienta. Todo le parece delicioso.
30. UN MENÚ ESPECIAL
Sentado a la puerta de un supermercado, cavila sobre el color original de su pantalón, sin poder evitar acordarse de los trajes de marca que lució en el pasado. En medio de sus elucubraciones, ve caer unos billetes en la caja que tiene a sus pies y la sorpresa le deja sin voz para dar las gracias. Hoy no habrá mortadela ni tendrá que abrir ninguna lata, hoy la pareja de ancianos que comparte suelo con él, podrá por fin degustar el menú del restaurante que tienen al lado y cuya carta miran cada día fabulando sobre qué plato elegir.
31. UN MENÚ ESPECIAL
Hoy, a las cinco de la tarde, ocho amperios de corriente circularán por mi cuerpo, y mis órganos colapsarán.
El alcaide me comunica que es norma de la casa elegir en la comida el menú. Lo tengo claro: lentejas con chorizo, potaje de judías y, de postre, arroz con leche. Nada selectivo, pero me recuerda a mi abuela.
La sala está acristalada. El jurado, las autoridades y los familiares de mi presunta víctima miran expectantes el espectáculo. Ya maniatado, sonrío, pues la corriente y las convulsiones provocarán el relajamiento de mi esfínter estomacal, y «el menú especial» tomará el protagonismo.
32. UN MENÚ ESPECIAL
«Bacalao confitado con cítricos, naranja en aceite y espuma de pilpil».
«Liebre en dos cocciones con salsa de chocolate».
«Mousse de toffee y turrón con corazón de trufa».
«Vino blanco Malvasía seco Bermejo 2020».
«Vino tinto Gran Reserva Veguín de Murua 2015».
Las letras de la hoja estaban difuminadas, pero no importaba; Bandile no sabía leer. La arrugó entre sus manos y el papel, castigado por el tiempo, se difuminó entre sus dedos.
Bandile estaba contento, era su cumpleaños, y lo iba a celebrar con su familia. La comida iba a ser especial: granos de maíz y tubérculos.
33. UN MENÚ ESPECIAL
En el restaurante Disparates tienen el menú Ordinario, con sopa de fideos, ración de sardinas y pollo frito, al precio de 65 euros -bebida, postre y café aparte-; y el Especial, con entrantes de marisco (centollas, cigalas y gamba roja), pastel de cabracho y ostras salvajes; un primero a elegir entre rodaballo, cocochas de merluza o dorada a la sal; y de segundo solomillo plancha, entrecot a la pimienta o chuletón de vaca madurada. Todo por 23 euros, incluidas bebidas, postres, cafés y copa.
Curiosamente, todos optan por el menú Ordinario. Se dice que las ostras son de vivero.
34. UN MENÚ ESPECIAL
Desde que incluí en el Menú del Día las sugerencias de aquella bruja que pasó por aquí, no gano para disgustos. Ya nadie quiere unas buenas Lentejas Caseras o un Cocido Montañés, ni siquiera unas Croquetas de Boletus o un Carpaccio de Salmón. ¡Qué va! A todos les ha dado por pedir Canapés de Adivinación, Sopa Vegana de Flechazo y Vudú a la Brasa con Champiñón. Aunque lo peor es cuando alguien se empeña en tomar de postre la Muerte por Chocolate, que antes no era más que una simple tarta.
35. UN MENÚ ESPECIAL
Había preparado una jeringuilla por comensal. Manual dio gas al globo que ascenció rápidamente.
Un selecto menú para ese puñado de expertos climatólogos. Escabeche con rastro de nube, nunca visto.
Dio las indicaciones para que al llegar a la altura del cumulonimbo, apresaran la nube en la jeringa y la aplicaran sobre sus platos casi a punto.
En unos segundos, una lluvia de cristales de nube escabechada y platos rotos,irrumpió dentro del globo; una tormenta inesperada que hizo precipitarse a los 6 expertos y al cocinero al vacío. Mientras, escucharon una voz- Con las nubes no se juega.
36. UN MENÚ ESPECIAL
Te sientes genial sola, comiendo a la hora que te da la gana, sin tener que cocinar ni enfadarte con Dani cuando apartaba en una esquina del plato, poniendo cara de asco, los trocitos de zanahoria que echabas a las lentejas; o cuando reducía a mejunje, aplastándolo con el tenedor, el pescado; o cuando volcaba sobre la mesa —mantel ni te molestas ya en poner— un vaso de Cola-Cao, de zumo o de agua.
«Qué torpe eres, hijo», le gritabas, y mírate ahora, cuánto le echas en falta, qué ganas de que regrese del campamento, qué triste está la casa.
37. Un menú especial
Los móviles quedaron sobre la mesa. Uno de última generación, inteligente. El otro, una vieja gloria noventera con una impúdica antena. Durante el primero intercambiaron confidencias por Bluetooth, como la incomodidad de las fundas o la humillación de los polítonos.
En el segundo supieron que se gustaban. Al joven le atraía la rudeza de aquel nórdico lleno de teclas.
El mayor admiro la potencia del procesador, pero vio la fragilidad tras la enorme pantalla.
A los postres se estremecieron con una prolongada vibración de placer.
No volvieron a funcionar bien. Andaban lentos, ausentes. Sus dueños creyeron que era un virus.
38. UN MENÚ ESPECIAL
Nando, después de mucho insistir, consiguió que San Pedro le otorgara licencia para abrir una taberna a la entrada del Cielo. Acostumbrado a trabajar detrás de la barra durante años, extrañaba el chocar de chiquitos, el aroma de pucheros y el bullicio de la gente. Ahora, recibe a las almas elegidas que cruzan la vía celestial y, antes de que atraviesen las puertas, los obsequia con un delicioso plato de cocido montañés y un trozo generoso de leche frita. Y como preludio del gozo que aguarda en el Paraíso, el menú incluye, además, café, chupito y una partida de mus.
39. UN MENÚ ESPECIAL
El lunes me sirvió duelos y quebrantos; el martes, pollo teriyaki sobre nido de verduras, el miércoles, patatas revolconas; el jueves, bollu preñao de chorizo y el viernes ropa vieja. Envío informe a central:
Lunes: el sujeto no se presenta.
Martes: se produce el encuentro.
Miércoles: pretende echarse atrás.
Jueves: hay acuerdo.
Viernes: asunto cerrado.
Me autorizan para pasar a fase dos. Traslado instrucciones ordenando de postre pedos de monja.
El sistema funciona y es seguro, pero necesito solicitar un cambio de destino, mi carrera de espía peligra tanto como mi salud, sólo en esta semana he engordado cuatro kilos.
40. Un menú especial
Este quince de marzo tenemos una comida para más de sesenta personas. Mi jefa está de los nervios; en el pueblo se oyen muchas cosas sobre ese grupo. Yo creo que la mayoría son leyendas urbanas, pero, por si acaso, quiero un menú especial que supere todas sus exigentes expectativas.
Para empezar, serviré una sopa… de letras, por supuesto. Lo mismo encuentran inspiración en ella. De segundo, librito de lomo relleno de queso. Para terminar, café con nubes de nata y medias lunas de crema. Dicen que, además de estar siempre en las nubes, el grupo es un poco lunático.
41. Un menú especial.
Su eminencia era amigo de la buena mesa pero un día de difuntos requería un ágape frugal. Su ánimo flaqueó ante unas «alcachofas al infierno». Excusándose por la «blasfemia» reconoció que estaban divinas. Sin tiempo para reponerse, sus fosas nasales detectaron en la olla podrida un atisbo del paraíso.
Y los postres? Oooooh, los postres!!!
Los «buñuelos de viento» estaban como para echarse a volar. ¿Qué decir de los «huesos de santo»? De muerte. Cómo colofón, un «tocino de cielo» sólo para bienaventurados . Renunció al café por excitante y al vinito dulce de las Camaldulenses por su fama de afrodisíaco.
42. UN MENÚ ESPECIAL
El famoso chef en persona acudió a nuestra mesa y sirvió el primer plato acompañado de una sorprendente explicación: “El suflado que recubre el pescado es una alegoría de los vientos marinos, la emulsión de la salsa evoca mis recuerdos del pueblo pesquero donde nací y el aire de limón aporta al conjunto la sutileza de la brisa del mar”. Cuando se marchó, miré aquella ínfima ración en medio de la enorme porcelana y bromeé: “Vaya rollo para acabar cenando aire”. Debería haber esperado a que mi cita a ciegas me desvelara que el cocinero en cuestión era su padre…
43. UN MENÚ ESPECIAL
Su hermano inauguraba un restaurante y le había encargado un bodegón para adornar el comedor. Aunque le gustaban más los paisajes, se aplicó con entusiasmo a plasmar en el lienzo un apetitoso menú bien iluminado, nada de las sombrías naturalezas muertas habituales. Llegado el gran día, ambos contemplaron atónitos el cuadro: del pavo solo quedaban los huesos, las copas de vino yacían volcadas junto a la botella vacía, faltaba más de medio melón, y los pastelillos de crema brillaban por su ausencia. Eso sí, en el retrato contiguo, el bisabuelo lucía una sonrisa más que satisfecha.
44. Menú especial.
Cuando vio al minino subirse a la parra recordó que en situación parecida ella había hecho el ridículo. Pero viéndole comerse las uvas no pudo evitar que se le hiciera la boca agua. Más de una vez lo tuvo al alcance, pero nunca se decidió a hincarle el diente. Su dulzura le inspiraba ternura. Pero de pronto le resultaba apetecible. ¿A quién le amarga un dulce?
Dispuesta a no tropezar de nuevo en la misma parra, comenzó a trepar suprepticiamente. Con un sutil quiebro el gatito evitó convertirse en manjar. La zorra pagó cara su osadía. ¡Menú….do batacazo!
45. UN MENÚ ESPECIAL
Los alumnos de la escuela de cocina llevaban meses preparando el menú final. Habían ensayado la maceración de productos, la proporción de ingredientes, la condimentación, el punto de cocción, el amasado y mezclado de materias… Si superaban la prueba se convertirían en técnicos en cocina típica patria. Ante los examinadores presentaron sus platos. Anchoas gallegas, tortillas de camarones a la vizcaína y salmorejo asturiano. A continuación, fabada manchega, gazpacho catalán y merluza de Burgos. De postre, Miguelitos del Cantábrico y crema andaluza.
Se acordó que en las siguientes convocatorias el curso empezaría con un test eliminatorio de Geografía de España.
46. UN MENÚ ESPECIAL
Soy autónomo, trabajo mucho y no tengo un duro. Además, me han subido el alquiler y tengo que compartir piso. Abandonado por la suerte, reconozco que hay días que me doy pena, pero tengo un truco y, antes de que me atrape en su red el desaliento, me miro al espejo y me guiño un ojo: “Toca menú especial”, me digo. Después, corro hacia la Taberna y me reconforto con un blanco de solera, unas lonchas de borono y un par de huevos fritos. Y siento que la vida me invita a bailar al son de un coro de panderetas.
47. UN MENÚ ESPECIAL
No había dejado nada al azar: música, un vino sofisticado y el menú más especial de un catering exclusivo para su primera cita en cinco años. La invitó a entrar y sirvió ceremonioso el vino. Tras el primer bocado del suculento magret de pato al Oporto, un sonido apenas perceptible llamó su atención. Corrió a levantar la aguja, que en su incansable recorrido por el vinilo producía unos pequeños chasquidos acompasados.
Armado de una lupa, un pequeño cepillo y un mondadientes examinó cada surco del disco con tanta concentración que no escuchó el sonido de la puerta al cerrarse.
48. UN MENÚ ESPECIAL
Julia prepara una elaborada receta para celebrar san Valentín. Iba a enviar una foto del horno a su novio cuando lee el último mensaje recibido: “Lo nuestro no funciona, mejor lo dejamos”. Abatida, tira la comida. Luego, secándose las lágrimas, decide acercarse al restaurante de la rotonda, allí siempre la atienden muy bien.
El camarero la nota triste. Ella le cuenta.
–Ese chico no te merece. Te traeré un plato “quitapenas”… ya verás, de rechupete.
Y se va a la cocina con un brillo especial en los ojos que bailan por dentro, donde algo está en maceración desde hace tiempo.
49. UN MENÚ ESPECIAL
Para su 225 aniversario, las llamadas bodas de tungsteno, Amparito se esmeró en cocinar el cordero al chilindrón y otras delicias que, tras liofilizar y prensar, fue comprimiendo en varias cápsulas y colocando en un pastillero. Se dirigió al intercambiador, tomó la primera conexión rumbo a Calipso, novena luna de Saturno, para darle una sorpresa a su marido Teodoro, en misión espacial desde hacía ya cuatro años. Al descender lamentó no haber incluido en su menú especial (y espacial) la pastilla sublingual, tras contemplar frente a sus ojos aquel memorial en su nombre.
50. UN MENÚ ESPECIAL
Mientras amamanta, imagina poder terminar la figura del bisonte, pero hace días que se les terminó la grasa y la sangre animal para poder hacer la mezcla.
Cree escuchar a lo lejos cierta algarabía. Junto con las demás mujeres sale de la cueva esperanzada con el crío pegado al pecho.
¡Ya llegan los cazadores! «Colgarán al animal de un árbol por las patas para desollar su piel, después lo despedazarán. Su pequeño tendrá abrigo, ella la mezcla para su pintura. Habrá carne para varios días que junto con frutas, bayas y avellanas completarán el festín»