Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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1º CONCURSO DE RELATO «EL CRUCE»

Con motivo del

14º ENTCuentro

que celebraremos el fin de semana de 14, 15 y 16 de Marzo en Cabezón de la Sal, queremos invitaros a participar en este concurso que le hemos propuesto al restaurante EL CRUCE, el local donde comeremos el sábado 15 de marzo, con el objetivo de que desde sus cocinas nos lleguen los primeros efluvios de … inspiración.

 

Asistentes y no asistentes al ENTCuentro, estáis todos invitados a este

1º Concurso de microrrelato EL CRUCE

Sus bases son las siguientes.

1 – Pueden participar usuarios de la web estanochetecuento.com y amigos y conocidos de la página.

2 – Podrán presentarse un máximo de 2 relatos por autor.

3 – El relato se publicará únicamente en el espacio de comentarios de esta misma entrada del blog www.estanochetecuento.com, y tendrá una extensión máxima de 100 palabras sin incluir el título.

4 – La única condición del relato SERÁ SU TÍTULO que será obligatoriamente:

UN MENÚ ESPECIAL

5 – El plazo para su presentación se iniciará con la publicación de este post y durará hasta el DOMINGO 2 de MARZO de 2025.

6 – El jurado estará formado por los representantes del restaurante. En el caso de que alguno de los ganadores no se haya identificado debidamente será inmediatamente eliminado y el premio pasará al siguiente.

7 – Este concurso se fallará públicamente en los postres de la comida programada para el próximo 15 de marzo en el Restaurante EL CRUCE.

8 – Los premios para los dos relatos ganadores consistirán en  lotes de productos locales de Cantabria y la inclusión del relato en el recopilatorio Esta Noche Te Cuento de 2025.

 

Ya sabéis…

100 palabras…

para UN MENÚ ESPECIAL

88 Responses

  1. Rosa Gómez Gomez

    51. UN MENÚ ESPECIAL
    Las mellizas jugaban a brujas. Junto al estofado, un flan recién hecho reposaba en la encimera. El papá tendía ropa y la mamá repasaba facturas.
    Para celebrar el aniversario de ambos, las niñas decidieron preparar una poción mágica. En un mortero, trituraron insectos, pelos de Michi y una telaraña con sus inquilinos. Luego, lo añadieron a la comida.
    Cuando se sentaron a comer, las niñas vieron asombradas que a su papá le asomaban unos pelillos por la nariz y su mamá tenía arruguitas alrededor de los ojos.
    ¡Había empezado la transformación!

  2. Sonsoles

    52. Un menú especial

    Nunca olvidaremos aquella nochebuena en que la abuela se empeño en agasajar nuestras excentricidades. Arregló la mesa con el mantel de hilo bordado, las servilletas a juego, los candelabros de plata, la vajilla de filo dorado, la cubertería de alpaca. Sobre cada servicio dispuso un rebosante plato de lechuga. Ante nuestro asombro, ella carraspeó y dijo dulcemente: el menú es especial, como siempre me pedís: Libre de gluten, sin lactosa, sin aditivos, sin conservantes, descafeinado, de origen vegetal y ecológico, ¡Ah!, y para los carnívoros, me he esmerado en dejar la babosa y el cortapichas. Buen provecho y Feliz Navidad.

  3. Emilio Mahugo Serrano

    53. Un menú especial

    Embadurnó con aceite los escalones, con mantequilla la barandilla y con salsa boloñesa las bombillas. Ocurrió de repente, para ser más preciso desde que se apuntó a un taller de cocina rarísimamente exótica o exóticamente rara. Primero cocinó lechuga frita. ¡Qué asco! Tuve que disimilar y decir que estaba deliciosa para no truncar su nueva afición. Después preparó finísimas tiras de pino con curry. Aludí a mi incipiente úlcera de duodeno para escabullirme. Lo que me tiene preocupado es que no para de ponerme especias en la cabeza con la excusa de que son muy buenas para el pelo.

  4. 54. Un menú especial

    Para la celebración del Primer Año Triunfal, la oferta del Rey al pueblo fue servida por el Restaurante Victoria en los jardines de palacio, engalanados para el acontecimiento. La propuesta, presentada con todo lujo de detalles en un pergamino escrito con letras doradas era poco específica: Un primer y segundo plato, postre y una bebida gratis. Pero solo se llegó a servir un contundente revuelto de amanitas, lepiotas y galerinas.
    La conciencia gubernamental del nuevo orden exigía ahorrar y no hacía falta gastar más en los que iban a morir.

  5. 55. Un menú especial

    Celebraba su mayoría de edad y le habían preparado una comida en un restaurante cercano. Insistieron en que cada plato tuviera el contenido exacto en cantidad y que la presentación fuera agradable, que utilizaran solo alimentos con poca calorías y únicamente con las verduras que le gustaban.
    Julia notó como la comida se distribuía por todo su cuerpo, hasta deformarlo. Tras una corta ausencia al servicio volvió al silencio de la mesa, donde solo encontró una mirada de culpa y otras de reproche, y sobre su plato cayó una lágrima de impotencia.

  6. Belén Sáenz

    56. UN MENÚ ESPECIAL

    El encargado entra en la cocina y, con solemnidad, recita la comanda al chef ―el más afamado de Cabezón de la Sal― que espera con los brazos en jarras:
    Como entrantes, unas rabas de anchoa y sorropotún de quesuco picón. De principal pide cocido monta… niego.

    El pinche, pensando que le gastan una novatada, corre a asomarse al comedor para conocer al extravagante comensal. El hambriento cuélebre, que nunca aprendió a leer, señala al tuntún con la cola, las alas y el hocico en la carta mientras el camarero toma nota a toda velocidad. De postre quiere sobao en escabeche.

  7. 57. UN MENÚ ESPECIAL
    Existe un restaurante particular, regentado por una médium. Tiene una única mesa y normalmente un comensal, aunque pueden acudir juntos hermanos, familiares o grupos de amigos. El menú presenta tres platos. De entrante sirven “Cuánto te echo de menos”, con el ingrediente sinceridad en proporción variable según el caso. De principal ofrecen “Todo lo que no te dije”, aderezado con mayor o menor cantidad de bilis. Si comparten amor, el postre es un emotivo “Disfruta de la vida, cuidaré de ti”. Pero si la velada se complica acaba con un “¡Ojalá llegues pronto al infierno!” gritado por la espiritista.

  8. Elena Junco

    58. UN MENÚ ESPECIAL
    Quería que fuese una comida distinta para celebrar todos los años que llevábamos juntos. Cada ingrediente debía tener un significado que evocara tantos recuerdos compartidos. Los elegí con mucho cuidado, uno a uno.
    Dulce canela, por todos los momentos de complicidad de los primeros años, pimentón por las risas compartidas en los momentos más sensuales y azafrán por los valiosos momentos en que me escuchaba.
    No podía faltar una cucharadita de anís estrellado por el desencanto de los últimos años y para finalizar, unas generosas gotas de esa sustancia letal por el ojo morado de la semana pasada.

  9. Mati González

    59. UN MENÚ ESPECIAL

    La vida de Carlota era un calvario. Su hermanastro le hacía la vida imposible. Comentarios hirientes, burlas, incluso le había regalado un libro de recetas para que aprendiera a cocinar “como deben hacer las mujeres”. Lo peor era cómo trataba a Polo, su hermoso gato negro. Por más que el pobre animal intentaba esquivarlo, cada día el gato padecía las gamberradas del hermanastro.
    Hasta el día de su cumpleaños. Había un regalo en su habitación con una dedicatoria. Al abrir la caja, Carlota, incrédula y trémula, decidió estrenar el libro de cocina para vengar el regalo sorpresa.

  10. Rosa Gómez Gómez

    60. UN MENÚ ESPECIAL
    No debí coger la avioneta aquel día.
    No debí olvidarme de revisar el depósito.
    No debí pedirle que me acompañara, –será divertido – le dije.
    No debí insistirle que fuera de copiloto.
    No debí olvidarme de asegurar su cinturón.
    No debí intentar el aterrizaje en aquel lugar inhóspito.
    No debí dejarla sin enterrar.
    No debí quedarme esperando ayuda.
    No debí permitir que el hambre dominara mi voluntad.

  11. 61. UN MENÚ ESPECIAL

    Una ensalada de tiros en la plaza. Bombas de racimo que caen por todas las calles. Soldados con el cuerpo hecho picadillo. Jóvenes en el frente que son carne de cañón. Carne al horno, carne quemada, en el interior de los edificios. Armas que cortan los cuerpos como si fuesen mantequilla. Olor a quemado. Cadáveres diseminados que parecen las pepitas rojas de una granada. Un banquete para los buitres. Cientos de civiles en los refugios. De cena un mendrugo de pan duro y agua turbia de las cañerías para mojar. ¡Menú de guerra! ¡De la maldita guerra!

  12. ENCARNA RUIZ

    62. UN MENÚ ESPECIAL
    El Club de Escritores Chalados programó un peculiar carnaval literario, con comilona incluida, en la que cada uno llevaría un plato.
    Los primeros en llegar fueron Valle Inclán con Sonatas al pil-pil y Pardo Bazán con Leyendas a la gallega. Lope de Vega con sus Sonetos ibéricos miraba de reojo los Entremeses morunos de Cervantes. Una romántica Rosalía de Castro dejó sobre la mesa unos Cantares estofados junto a las Rimas encebolladas de Bécquer. El último en aparecer fue García Lorca con un Gazpacho gitano.
    Yo, convertido en Monterroso, llevé un microplato de Dinosaurio en salsa verde.
    Fue una bacanal.

  13. 63. UN MENÚ ESPECIAL
    No pudo ser y los comensales se tuvieron que conformar solo con las patatas y el champiñón. Cuando apenas llevaban un minuto en el horno, sin tiempo para que este hubiera cogido temperatura, aparecieron los de Servicios Sociales con una orden judicial y se llevaron a los mellizos.

  14. 64. UN MENÚ ESPECIAL

    Las mujeres prepararon en un cuenco una masa marinada con chiles, frijoles y especias. Untaron la carne de pavo con esta salsa y la dejaron reposar. Le añadieron vainilla y hojas de aguacate, y la envolvieron en unas tortas finas a las que llamaban mexiotes. Colocaron los cuencos encima de unos hoyos rellenos de piedras calientes para cocer los mexiotes al vapor. Se las dieron a probar a los caballeros castellanos, que se quitaron las armaduras, apoyaron sus espadas contra la pared y se sentaron entre los aztecas a probar aquellos manjares desconocidos. La conquista la dejarían para la sobremesa.

  15. Euge Jamko

    65. Un menú especial.

    Dubitativo. Leopoldo se preguntaba si había hecho lo correcto al aceptar heredar el negocio familiar. La funeraria Martínez Hnos. había ido en declive en los últimos años, pero como único hijo no vio otra opción más que cargar con esa losa sobre sus espaldas. Su mayor preocupación eran sus cuatro niños, demasiadas bocas para alimentar. Afortunadamente, siempre había sido muy previsor y cuando llegó la Navidad no dudó en recurrir a su vecina doña Magdalena. Sus pequeños tendrían un plato de comida en esa noche especial. Leopoldo se puso el delantal. Cogió la sierra. Había llegado el momento de cocinar.

  16. Rosalía Guerrero

    66. UN MENÚ ESPECIAL
    Antonio era un hombre malvado, borracho y pendenciero, por eso, cuando se fue, nadie en el pueblo lo echó de menos.
    Su viuda, sin embargo, andaba compungida, y aseguraba que alguien le había hecho daño. Era tanto su dolor que cuando encontraron la cabeza de Antonio flotando en el rio decidió colocarla en una caja de Tanqueray y velarla en casa.
    Sus vecinos acudieron por cortesía, y también por su fama de excelente cocinera.
    No se equivocaron: en el velatorio sirvió, acompañando a una cerveza artesana, empanada de bonito del norte y unas croquetas con cierto regusto a ginebra.

  17. Rosalía Guerrero

    67.UN MENU ESPECIAL
    Cuando, tras décadas de investigación, conseguimos replicar alimentos terrestres en la nave nodriza, elaboramos el menú degustación Tierra.
    Entre todos los platos, los preferidos fueron: Carpaccio de tomates de Cantabria, cultivados en nuestros invernaderos bajo la luz estelar; entrecot de vaca Tundaca y Sorropotún de bonito, creados gracias a avanzadas bioimpresoras 3D; y sobaos pasiegos hechos con harina procedente de nuestras granjas de insectos.
    Sin embargo, hemos tenidos que eliminarlos del menú: cuando los comensales los degustan les invade una nostalgia indescriptible, y corren a abrir las compuertas para saltar al vacío, en un vano intento de regresar a casa.

  18. María Gil

    68. UN MENÚ ESPECIAL
    El aire hinchado con especias danza incrédulo alrededor de la familia. Tampoco mi estómago está acostumbrado a semejante abundancia. Sobre el suelo, los platos aburridos por falta de uso, hoy rebosan de hummus, tabbule y baba ganush. Hasta los vasos tiemblan con el arak que contienen para brindar por Amirah. Para que sea bien acogida en su nuevo hogar. Como y bebo. Pero detengo mi imaginación igual que un tren en desuso. Nada quiero saber del futuro de mi hermana. Tampoco mi vida es fácil. Aunque, siendo varón, no me han forzado a un matrimonio al cumplir los once años.

  19. Jesús Navarro Lahera

    69. UN MENÚ ESPECIAL
    Mientras me señalaban, yo, en lugar de hacer algo, permanecí quieta como una tonta esperando a que me levantaran. Solo miré al resto del grupo que, una semana antes, habíamos partido hacia el Amazonas en viaje organizado. Fue entonces cuando comprendí que me habían elegido por ser rubia, y en ese instante una voz interior me pidió que tratara de evitarlo diciendo que era teñida. Pero no abrí la boca y me dediqué a escuchar los vítores que soltaban al alzarme sobre sus cabezas. No protesté cuando me palmearon las nalgas, ni cuando me metieron maniatada dentro de la marmita.

  20. Ernesto Ortega

    70. UN MENÚ ESPECIAL
    Hoy te volveré a llevar a nuestro restaurante favorito. El camarero te saludará con confianza, aunque esta vez tampoco lo reconocerás. Observarás la carta sin saber qué pedir. Hace tiempo que apenas distingues sabores, pero yo me empeño en traerte cada domingo. Te sugeriré el carpaccio de ternera y la lubina al horno, sabiendo que son tus platos favoritos, y durante un instante me parecerá que sigues siendo tú. Luego te acompañaré a la residencia para despedirnos con un beso y la promesa de una llamada, como si de verdad fuese nuestra primera cita.

  21. 71. UN MENÚ ESPECIAL
    Corrían tiempos difíciles, pero la empresa cumplía 150 años y nos invitó́ a una cena de gala.
    Tomamos asiento en las butacas de terciopelo rojo. Trajeron crema bermellón y fingers asados. La carne sabrosa, emitía quejidos en la boca.
    El postre se movía de lado a lado. Algo parecido a unos ojos rodeados de nata y sirope rojo nos miraban acusadores.
    Poco a poco la algarabía de voces se fue apagando y se produjo un sepulcral silencio.
    A lo lejos, sonaban las sirenas del camión de bomberos que retiraban los restos del accidente de avión acaecido el día anterior.

  22. 72. Un menú especial
    El secreto para que queden tiernecitos es ganarse su cariño. Si no lo consigues saldrán duros y resecos.

    – Macerar con amor (tiempo variable: tres meses en menores de un año, de nueve a dieciocho meses el resto. No utilizar mayores de cinco años).

    – Contarles cuentos.

    – Calmar sus miedos.

    – Sonreírles siempre.

    Cuando te abracen muy fuerte sabrás que están listos.

    – Dormirles con el brebaje del sueño. (Paso importante para evitar rabietas que amarguen el sabor).

    – Atarlos en posición fetal.

    – Untarlos con mantequilla

    – Salpimentar al gusto.

    – Cocerlos según tiempos indicados en tabla de pesos.

    – Servirlos con abundante salsa de su propio jugo.

  23. 73. UN MENÚ ESPECIAL

    Es mucho mejor que el original: ni es calvo, ni tiene tripa y está superfuerte. De joven jugó en el Atlético y ha prometido enseñarnos a lanzar penaltis y a regatear tan bien como Maradona. Es fan de las pelis de Marvel y de Los Simpson. No bebe alcohol y los fines de semana se compromete a cocinar nuestra comida favorita: hamburguesa, patatas fritas, Nuggets, pasta con tomate y chuches de postre; y jura que todos los sábados celebraremos fiesta de pijamas con las vecinas.

    Podemos probarlo durante un mes y devolverlo sin gastos extra.

  24. Pablo Cavero

    74. Un menú especial

    Hoy no ha probado bocado en todo el día, llegar con hambre a la cena le ayudará a masticar la casquería y carne cruda, que siempre le ha producido tanto asco. Esta noche llegará su primera gran prueba de fuego como nuevo miembro en esta peculiar sociedad gastronómica, la de los caníbales. Regentada por el narco con una docena de sicarios a sus órdenes, quienes surten de la materia prima, la cual por su propio bien, deberá degustar con agrado.

  25. Alberto Benito

    75. UN MENÚ ESPECIAL

    Rebusqué con afán entre los cachivaches de la buhardilla, esa a la que mamá nunca me dejó subir. A juzgar por el polvo existente, hacía años que nadie pasaba por allí, pero esta vez la ocasión lo merecía: era el aniversario de boda de mis padres adoptivos. Encontré la vajilla y los cubiertos de plata de la bisabuela. Los lavé, y preparé una preciosa mesa en el salón, con velitas y flores. Para completar la sorpresa, coloqué mi foto visible, pero serví cena ligera para que no se indigestaran. Cinco años después de envenenarme, aún les atormenta sentir mi fantasma.

  26. Alberto Benito

    76. UN MENÚ ESPECIAL

    Hace tiempo que perdí la cabeza, pero desde que ingresé en el nuevo psiquiátrico he recuperado la alegría. Todos los dementes nos llevamos de maravilla y, aunque tenemos gustos dispares, cada noche de luna llena nos juntamos en el salón para disfrutar de una opípara cena.
    En ella solemos degustar platos exóticos, pero para la de esta noche decidimos dar un paso más allá, así que hemos invitado al psiquiatra nuevo, ese tan rellenito. Él aún no lo sabe, pero cuando le vimos aparecer en su primer día de prácticas supimos que era el ideal para nuestra iniciación al canibalismo.

  27. 77. Un menú especial

    De primero, para no asustarte, me conformé con degustar tenuemente el verde oliva de tus ojos sobre una cama de espárragos finos como los dedos con que insistías en apartarte el flequillo rebelde mientras hablabas de restaurantes lejanos.
    De segundo, tuve que elegir entre dejarme extasiar por tus muslos crujientes en salsa de frutos rojos o desarmarme con la acidez exquisita de una lubina tersa como tus labios explotándome en el paladar.
    A los postres, tu lengua canela y manzana me supo a chocolate fundido sobre mi piel.
    Nos recompusimos cuando el camarero nos invitó a unos chupitos de realidad.

  28. Nuria

    78. UN MENÚ ESPECIAL

    Quiere ser pionero en el barrio con un menú sin café. Dirá que es por innovar, por hacerse viral o cualquier otra razón, menos la verdad.

    Porque adora ser camarero, sí, pero cuando llega el temido momento de los cafés, empieza a sudar: uno solo, otro con hielo, a mí con leche, el mío vegetal. Un americano, el mío escocés, un capuchino y uno exprés. Leche condensada, la mía desgrasada, con miel, con la leche fría, muy caliente… y un té.

    Así que en su bar no se sirve café. Y si alguien pregunta, es por innovación.

  29. Ernesto Ortega

    79 UN MENÚ ESPECIAL
    Su ascenso a directora general, el aniversario de su divorcio… Tiene tanto que celebrar que se merece algo rico. Abre la nevera, pero le da pereza cocinar. No hay nada peor que malgastar el tiempo entre fogones para acabar cenando sola. Tampoco le apetece salir. Se acuerda de ese restaurante de comida a domicilio del que tanto hablan sus colegas. Ojea la carta en el móvil y se atreve con las Medusas rebozadas y el Solomillo de canguro en salsa búlgara. De acompañamiento elige, entre varias opciones, el joven con denominación de origen y conversación al punto.

  30. 80. UN MENÚ ESPECIAL

    Un joven entró acelerado en el comedor ocupando una de las mesas del fondo. Al ofrecerle la carta, le dijo a Luis, el camarero: “Ya sé lo que quiero. Lo primero, que confíe en mí. Después, consígame rápidamente un atuendo de cocinero, me están buscando y necesito salir camuflado del restaurante. Ah, que sea holgado, debo ocultar la pistola que llevo encima. Y por último, le ruego que acepte esta alianza en pago a su favor”.

    Luis, atemorizado, le entregó el uniforme.
    Leyendo la inscripción de la alianza, entendió el guasap de su madre apremiándolo a que la llamara urgentemente.

  31. 81.UN MENÚ ESPECIAL

    Lucas emplataba los postres cuando recibió la noticia de la muerte de su abuelo. Pensando en lo poco que lo había visto últimamente, sintió una enorme tristeza. Aunque intentó sobreponerse rápidamente, no pudo evitar que un reguero de lágrimas cayera sobre uno de los flanes. Las prisas hicieron que en lugar de desecharlo acabara en la mesa de Mateo, un comensal de confianza.

    Mateo, antes de marcharse, le dijo a Lucas que el flan le había sabido a gloria. Y Lucas, desconcertado, se preguntó cómo sería entonces el sabor de la pena.

  32. Juancho

    82. Un menú especial

    Jamás habría entrado a comer en aquella tasca delirante, a no ser por el apremio de un hambre repentina. Al abrir la puerta, un rumor de grillos me dio una bienvenida tan hiriente como un puñal clavado en el estómago. Solo había una mesa y una silla antes de alcanzar la barra. Tras ella se parapetaba un camarero regordete con cara de conejo. Me invitó a sentarme desde allí con una voz bastante estropajosa y recitó la carta de memoria. No entendí ni media palabra, pero me sentí tan satisfecha que pagué la cuenta sin necesidad de escuchar los postres.

  33. Juancho

    83. Un menú especial
    Se acabo. Los primeros apenas apetecen a nuestros clientes. Ni la crema de besos que jamás nos atrevimos a dar, ni las ensaladas de hijos perdidos con poesías arrojadas a una papelera, han tenido el éxito esperado. Los segundos resultan contundentes o poco digestivos. Ya nadie pide las albóndigas de exparejas en salsa de promesas incumplidas ni el pastel de vacaciones arruinadas, aderezado con caprichos de suegra o suspensos en junio de los niños. Los postres resultan insípidos o poco apetitosos, ni siquiera la mousse de platos rotos que ha ideado nuestro chef, mitiga la fatal amargura del último café.

  34. 84. Un menú especial

    Cuando llueve sacamos los cacharros al patio para que se llenen. La abuela, que en su otra vida fue una dama inglesa, conoce los secretos del té. La temperatura exacta del agua que, sin gas, conseguimos quemando algún mueble sobreviviente. La mezcla de hojas a utilizar: tres del limonero y cuatro del ligustro.
    Lo mejor: las pastas. Amasadas con lodo del camino y crocante de hormigas.
    A veces, los niños nos chupamos tanto los dedos, que los arrancamos de nuestras manos.
    —Cómo tenéis tanta hambre —nos recrimina la abuela —Solo han pasado dos meses desde la última vez que llovió.

  35. CESAR ROMAN

    85. UN MENÚ ESPECIAL

    Mirando la libreta, repasó lo escrito:
    – Seis muertos, cinco clientes y un cocinero, el resto, hasta veinte, heridos de diversa consideración.
    Añadió en conclusiones:
    – Causa probable de las muertes, elaboración inadecuada de técnicas culinarias.
    El sustituto del chef no realizó de forma correcta la baja temperatura, un excesivo al dente provocó que se reanimaran, con un cabreo de cojones, el menú del congreso de entomólogos.
    Tachó lo de, «cabreo de cojones», era poco profesional. Mientras pensaba en otra expresión oyó el desagradable chasquido de la quitina bajo la bota de su subordinado.
    «Paco, joder, no pises las pruebas».

  36. 86. UN MENÚ ESPECIAL

    Como cada domingo, contemplo con cierta envidia el cuidado con el que Manuel asienta a don Manolo y luego se acomoda a su lado en la mesa del rincón. Yo acudo enseguida con la carta. Aunque sé bien que Manuel la rechazará con un gesto y me pedirá el Menú especial con un guiño. También sé que don Manolo mirará orgulloso al hijo. Su Menú especial no es el de los demás, solo son huevos con patatas y chorizos. Todo frito y brillante. Tan brillante como el halo que envuelve de manera deliciosa cada domingo a esa mesa del rincón.

  37. Almudena Pérez Cruz

    87. Un menú especial
    Ni el espantapájaros asustaba a los pájaros ni en sus horas de vigilancia había conseguido descubrir al ladrón de los frutos de su higuera. Hombre o pájaro se estaban poniendo las botas. Semanas después encontró un tarro de mermelada en el alféizar de la ventana. Otro día fueron pastelillos y pan de higo. Tampoco logró saber quién los dejaba. Pero dudaba mucho que los pájaros pudieran cocinar.

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