21. ANÓNIMA
Entre las viejas fotos del álbum familiar hay una que no ubicamos en nuestra familia. Es una foto antigua en blanco y negro, cuarteada por los efectos del tiempo. Una mujer de edad indefinida, con un collar a juego con sus dientes, mira con la sonrisa en la mirada al dueño de la cámara que la convertirá en un mito en nuestra familia. A mí me parece tan guapa que querría ser ella y estar en una casa anónima, pasando de mano en mano, de intriga en intriga. Ser amante de algún antepasado ilustre de la casa, actriz de una compañía de teatro itinerante, descendiente de aristócratas y hasta fulana de lujo. Tener sobre mí la mirada celosa de las mujeres, la lujuria disimulada de los varones, la admiración de las jóvenes como yo misma, pero tengo que conformarme con mirarla y ser testigo del indulto que se ha ganado una vez más y que la confina en la última página del álbum familiar, hasta la próxima revista.
La imagen de una mujer tan atractiva como misteriosa y fascinante, congelada en un momento concreto de su vida, es fuente de elucubraciones para la joven narradora. Puede que la presencia de esa desconocida sea una simple casualidad. Tal vez, por el contrario, jugó un papel importante en esa familia, de una manera o de otra. Es ese misterio al que no renuncia tu protagonista y el que le da singularidad a este buen relato, en el que la curiosidad está presente y se intuye lo seguirá estando en el futuro.
Un abrazo y suerte, Yolanda
Gracias, Ángel, este relato tiene algo, un poquito, de realidad.
Un abrazo.
Yolanda, son tantas las historias que se pueden esconder en esta fotografía! Me gusta cómo nos haces imaginar la razón por la que se ha ganado esa plaza en el álbum familiar, y que dejes la puerta abierta a que un futuro alguien pueda arrebársela, me parece un cierre estupendo.
Un beso, y mucha suerte.
Gracias Paloma.
Fuerte abrazo.