22. El Penas (Edita)
Román Pena Ríos es triste de nacimiento. Su madre jura que, en vez de patadas, daba suspiros; que salió con los ojitos hinchados de tanto llorar dentro del útero. Desde la época escolar, sobrelleva con resignación el mote correspondiente, resultado obvio al sumar apellido paterno más aspecto afligido. Felizmente, pronto saca rendimiento a la desgracia congénita y al apodo adquirido, transformando este en seudónimo literario: sin ilusión por jugar o divertirse, a fuerza de leer, se convierte en el escritor novel mejor valorado por los editores. Sus textos abarcan todos los géneros, desde poesía sentimental hasta tragedia, siempre con la amargura de materia prima. Pero cierta mañana marzal del 2020, sin venir a cuento, se levanta tarareando una melodía alegre. A partir de entonces, no deja de cantar y sonreír; apenas logra descansar tres o cuatro horas diarias. Como está irreconocible debido a la transfiguración sufrida, ya nadie lo moteja. Lo grave es que no consigue escribir ni una línea. Acuciado por las presiones editoriales, busca ayuda terapéutica. El psiquiatra le da esperanzas de mejoría porque observa en Román una nostalgia incipiente hacia su antigua tristeza. Para conseguir la recuperación total, deberán reforzar ese sentimiento.
«No hay mal que por bien no venga», dice el refrán… «y a la inversa también», agregaría yo en el caso del Penas, que le había encontrado la vuelta a todo: tristeza congénita, nombre y apellido y mote. Esperemos que el psiquiatra pueda ayudarlo con esa nostalgia que tan necesaria se le hace para volver a escribir…
Decir que me gustó es poco, Edita… ¡Felicidades por tan acertado micro a esta nueva propuesta!
Cariños,
Mariángeles
¡Oh! ¡Qué bien! Muchas gracias.
Parece que todos debemos estar siempre alegres y sonrientes, aunque el cuerpo o, a saber qué, nos dicte otra cosa. La sociedad no admite a los «penas». Hay gente alegre y optimista por naturaleza y lo contrario. En el término medio estamos, más o menos, los demás, con nuestros días de una cosa y de otra. Pero cada cual tiene su naturaleza, para bien y para mal. Tu protagonista supo sacar partido de la suya, aunque, si ha descubierto la alegría y eso supone dejar de escribir está en su derecho de considerar esa nueva actitud, o tratar de compaginar ambas, o lo que le diga el psiquiatra, claro, que para eso es el que entiende.
Un curioso personaje y un relato original, triste, desde luego, pero con toques jocosos.
Un abrazo, Edita, suerte y que todo te vaya muy bien en este año recién estrenado.
Muchas gracias. Un honor, como siempre, leer tus comentarios tan trabajados.
Escritora: Es buenísimo, me encanta, de lo mejor que he leído en mucho tiempo. ¡Gracias! por mi disfrute. Solo una pequeña apreciación que quizá quieras corregir editando de nuevo el texto: «sumar apellido paterno más aspecto afligido». Ese «más» creo que sobra y retiene la fluidez de lectura; en mi opinión debería sustituirse por «y».
Mucha suerte y ánimo pontevedriña.
Muchas gracias por las flores y, sobre todo, por el consejo. Estoy totalmente de acuerdo con tu observación. En realidad, la “y” fue mi primera opción, pero, en una de las mil revisiones, decidí cambiarlo porque ya tenía otro “y” en el renglón siguiente, demasiado cerca para mi gusto. Entonces puse “con”, que también valía, y lo descarté también porque tenía uno en la línea anterior. Y apareció ese “más” que, aunque algo rarito, decidí adoptarlo porque hacía juego con el verbo sumar, con la época escolar del mote y con el estilo surrealista del texto en general. Sigo dudando, pero, de momento, lo dejo así.
Perdona por mi intromisión. Se ve que hilas fino y no es un descuido.
También me ha gustado mucho tu micro «El gran Director» es muy sutil y profundo.
Edita, vengo de agradecerte tu visita y tienes razón, hay cierta similitud en los relatos. Pero mi protagonista tiene una máscara inamovible que le carcome la vida, y en el tuyo la naturaleza, tal vez, intenta compensar su estigma de tristeza con la risa y la alegría, aunque él necesita su impronta de nacimiento para que la magia y la imaginación adquiera todo su potencial. Tu micro me ha parecido genial. Un abrazo y feliz año.
Encantada de que te haya gustado mi relato un tanto… absurdo. Muchas gracias.
Hola, Edita. Me uno a los parabienes sobre tu texto, puede que algo «absurdo» (aunque con matices), pero en el que algunos podrían verse «reflejados»: cómo una característica, un nombre, el lugar de nacimiento, unos padres… nos marcan de alguna manera. Unos decidirán seguir ese «destino» y otros, lo consigan o no, intentarán cambiarlo. Y, como dice la canción de Mercedes Sosa, todo cambia. Aunque solo sea para volver a ser lo que éramos. Bueno, creo que me he liado un poco. De todas formas, buen relato para iniciar el año. Saludos y suerte.
Muchas gracias por «haberte liado» tan bien.
¡Magistral! Nos coges de la mano desde la primera frase y no nos sueltas hasta el final, pero nosotros nos quedamos agarrados a este relato maravilloso que juega con la tristeza y la alegría, con ese sentimiento de triunfo que lleva implícito la primera, y el fracaso de la segunda. Volver a ser triste para seguir su camino… Es sencillamente genial, Edita.
Y para que una idea tan brillante funcione bien, hay que escribirla como tú lo has hecho.
¡Enhorabuena! Me ha encantado.
Un saludo. Y suerte, aunque me da a mí que lo mismo no la necesitas.
Tienes razón: no necesito suerte porque, con comentarios como el tuyo, ya la he tenido, ya he ganado. Aunque te hayas pasado en elogios, hago que me los creo y soy feliz un ratito. Un millón de gracias.
Dicen que las canciones y las poesías más hermosas que se han escrito lo son gracias al estado melancólico en el que se encontraba el/la autor/a.
Una idea estupenda la tuya y que has sabido plasmar a las mil maravillas.
Me ha gustado mucho leerte, Edita.
Enhorabuena.
¡Suerte!
Me alegro de que te haya gustado. Muchas gracias por leerme y comentar.
. Elegir entre éxito o felicidad, yo me quedo con una sonrisa y un tarareo feliz cada mañana, quizá por eso no soy tan bueno. Pero tú no te preocupes, lo puedes tener todo sin tener que elegir. Genial micro.
Abrazo fuerte.
Muy amable. Muchas gracias.
Hola, Edita, pues vaya dilema que nos planteas con el protagonista del relato. Parece que para mantener la inspiración y el éxito como escritor tiene que recuperar la tristeza original, seguir siendo «El Penas». Esperemos que con ayuda del psiquiatra logre un equilibrio, quizás con algún libro menos publicado, pero disfrutando de la alegría de vivir. Tu propuesta es muy imaginativa, y está muy bien contada. Me ha gustado mucho. Suerte y un beso desde Pamplona.
Me das una alegría. Muchas gracias.