228. EL VIEJO Y EL BOSQUE, de Guardabosques
Creí que nada me iba a impedir sentir la libertad que soñaba en mi juventud. A lo largo de mi vida he amado muchos bosques, cada uno distinto, produciendo en mí distintos sentimientos, pero todos ellos igual de emocionantes. Primero fueron los juegos infantiles alrededor de un simple merendero, acompañado de toda la familia. Más tarde sentí la necesidad de explorar lugares nuevos, al menos para mí, sintiéndome un auténtico aventurero. Después descubrí, que más allá de aquellos bosques, se somaban altas montañas. Deseoso de llegar a tocar el cielo, conseguí coronar muchas cimas.
Sin embargo hoy me veo aquí en un día invernal, escondido en un rincón descuidado del parque de mi ciudad, retirado de la muchedumbre y de las flores ordenadas, encerrado en un cuerpo que no me permite evadirme más allá del pensamiento o los recuerdos. Como un roble viejo ya sólo espero volver a ver otra primavera.