23. MI BOSQUE MÁGICO, de Rebeco
Hace un día maravilloso. Luce el sol en lo alto del cielo azul. La temperatura otoñal magnífica. Entre los árboles del bosque tomo refugio de las banalidades de la vida cotidiana y artificial. El verde intenso del musgo que cubre las rocas blancas y el silencio sólo roto por los pies que se dejan arrastrar por la hojarasca, me transmiten una paz que penetra por todos los poros de la piel. Me siento feliz, y libre de saber disfrutar de esta naturaleza extrema que abarco por los cuatro puntos cardinales. Los árboles pelones de sus hojas protegen de los rayos de luz del mediodía y puedo apreciar colores que nunca podré capturar con un pincel y unas acuarelas. Rojo, marrón, verde, amarillo, anaranjado. Si no fuera por las marcas que algún buen samaritano pintó en las piedras no sería capaz de salir de este laberinto, pues el paisaje del bosque se confunde fácilmente y termina por parecer todo igual, pero no tengo miedo, los pies buscan el camino, si de repente se equivocan, se detienen, las pupilas otean el horizonte y de nuevo encuentran la pista, y de nuevo las piernas cogen el ritmo.