238. FORMAS DE MIRAR, de Cisne
-Un cuadro tuyo. Eso quiero para mi cumpleaños, pero de estilo impresionista.
Desde que su abuelo le había animado a apuntarse al curso de pintura, su forma de mirar el mundo había cambiado. Lo veía desde otra perspectiva. Por eso la petición que le había hecho no se le iba de la cabeza: ¿estilo impresionista?
Buscó en Internet. Por fin sabía lo que tenía que hacer. Cogió los pinceles, preparó la tela y… Utilizó toda la gama de los verdes. Pinceladas rápidas y empastadas para plasmar la variación cromática. La huella de la luz en el color, eso era lo que había que lograr. Cuando lo terminó, lo envolvió amorosamente y esperó a que llegara el gran día. Estaba ansioso por ver la cara de su abuelo. Le abrigaba la seguridad de que le gustaría.
Y llegó. Y convenció; aunque no a su madre:
-Pero esto… ¡es una hoja pintada de verde!
– A ver… ¿a ti qué te sugiere? -le preguntó el abuelo
-El verde, dices, pues… no sé… naturaleza, supongo: monte, bosques, árboles, plantas…
-¡Objetivo conseguido!
Y con un guiño de abuelo a nieto se fueron en busca del rincón perfecto para colgarlo.
…traigo
sangre
de
la
tarde
herida
en
la
mano
y
una
vela
de
mi
corazón
para
invitarte
y
darte
este
alma
que
viene
para
compartir
contigo
tu
bello
blog
con
un
ramillete
de
oro
y
claveles
dentro…
desde mis
HORAS ROTAS
Y AULA DE PAZ
COMPARTIENDO ILUSION
JAMS
CON saludos de la luna al
reflejarse en el mar de la
poesía…
ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE SIÉNTEME DE CRIADAS Y SEÑORAS, FLOR DE PASCUA ENEMIGOS PUBLICOS HÁLITO DESAYUNO CON DIAMANTES TIFÓN PULP FICTION, ESTALLIDO MAMMA MIA, TOQUE DE CANELA, STAR WARS,
José
Ramón…
Pues no termino de entender bien tu post, pero si el objeto es compartir ilusión y traes saludos de la luna… no seré yo quien rompa esa magia… sé bienvenido Jose Ramón
Más no se le puede pedir a un cuento limitado a 200 palabras;
Tu cuento atraviesa el campo disfrazado de cuadro y su contemplación, como ocurre con un bosque, promueve complicidades. Uno puede «sentir» el ceño fruncido de la madre, el guiño del abuelo y la felicidad del nieto; además, huyes del recurso fácil, cual sería situarte en el bosque y contar de él. Me gusta.
Para que no quepan dudas de que me gusta tu cuento, te lo digo a mi manera…
Érase una vez un cisne hembra al que le regalaron unos zapatos preciosos. Abandonó el agua de la marisma, se los calzó y se dirigió al bosque. Un fotógrafo, que clamaba por un motivo de singular belleza, la vio llegar y la alabó, de tal guisa que llamó su atención, y se detuvo. El fotógrafo interpretó que posaba y, raudo, la inmortalizó, y cotejó el resultado en la pantalla. El cisne hembra le preguntó ¿qué ves? y el fotógrafo contestó: belleza natural, descalza.
En cierta ocasión, me sorpredió el sonido lejano de ¿las hélices de un helicóptero?; me giré para indagarlo y comporobé que no tenía que mirar lejos para, en vez de curiosear, deleitarme con cuatro cisnes que volaban hacia donde mi vista se perdía antes de que ellos concitaran mi atención a mi espalda. ¡Qué belleza!, de sonido y de imagen. ¡Qué plasticidad!Hoy, he vuelto a leer tu cuento y he sentido lo mismo que aquella mañana. No sé si tu cisne oculta a un hombre o a una mujer, pero ojalá seas una «cisne» para que puedas sentir un cosquilleo con «este no sé qué» que te dedica un obrero no cualificado del teclado al que has inspirado para tamaña osadía:
Si tus alas no me acariciaran
Si tus reclamos no me hablaran
No tendrían para mí sentido
Ni mi piel ni mis oídos