26. Bailes de salón (Susana Revuelta)
Benita y Julián se mueven al son de las coplas que animan la noche del centro de mayores. Ella abrazada a su cuello, él rodeando delicadamente su cintura con las manos. En los vaivenes, Benita gira un poco la cabeza, lo justo para rozar con su pómulo la perilla blanca bien recortada. Entonces deja escapar un suspiro, «aahh», se siente tan confortada.
Julián le hace sentirse una mujer deseada. Con eso le basta.
Regresa después a casa, camina ligera por la acera, aminora la marcha, que le dé el aire frío en la cara. Tiene la respiración desbocada, el cuerpo ardiendo, el alma embriagada. Abre el portal con manos temblorosas y en el espejo del ascensor contempla con arrobo su rostro encendido, su mirada ilusionada.
A Fermín le cuenta que ganó al chinchón y él, después de tantos años viéndola apagada, sonríe, y es una alegría sincera, le sale de dentro ver feliz a su amada, aunque se le pone un rictus de dolor que ella confunde con la incomodidad de la cama articulada. Pero no es eso, no, es que no logra acostumbrarse al olor a loción de afeitado que queda cada viernes flotando en la estancia.
Una mujer entre dos hombres, uno de ellos la quiere por encima de toda circunstancia, hasta la de tener que compartirla porque él, impedido en una cama, no puede bailar. Si ella es feliz él también, aunque algunos detalles le duelan.
Un relato directo al corazón.
Un abrazo y suerte, Susana
Susana has escrito una historia en la que muchas personas pueden verse reflejadas, su amor dividido entre dos personas, el real y el eterno pero con limitaciones, y el platónico, que quizás algún día pueda hacerse realidad. Un abrazo inmenso. Gloria
Un relato genial, Susana. Una escena de triángulo, clásica en apariencia, que esconde un amor profundo entre esta pareja que ya no comparten todo, pero que se consuelan con la felicidad del otro.
Suerte y un abrazo.
Susana, me encanta el triángulo amoroso que has creado con personas mayores pero que todavía quieren disfrutar de los placeres de la vida y que nos muestran, además, la generosidad del amor maduro y verdadero…por supuesto aquí no cabrían los celos. Te felicito.
Nos leemos
Me da que ella merece ambos mundos, y no es fácil, pero debe seguir adelante incluso si ha de cambiar de hombre y de loción la van a entender por amor
Bien Susana ,suerte