26. VIDA DE SOBRA (Edita)
Su señorito le hizo un hijo. Al sentirse encinta, huyó sin dejar rastro. A nuestra aldea llegó cuando el pequeño tenía varios años. Mis padres le proporcionaron cobijo y pan hasta que ella pudo apañarse. Primero, recogiendo leche por las cuadras, de madrugada; luego, vendiendo quesos en las ferias. Y siempre, ayudándonos en el campo o en el cuidado de los retoños según fuimos naciendo. A cambio, llevábamos sus cuentas o le escribíamos las cartas.
Su casa humilde nos cautivaba: el agua del balde, el candil… Pero nunca nos dejaban pernoctar allí. Un día mamá nos sugirió a las dos mayores que fuéramos a dormir con ella. ¡Nos costó creerlo! La encontramos sola, desconsolada. Su Ramón había emigrado.
Jamás la vimos quejarse. Ni sonreír. Incluso cuando regresó el hijo, con nuera y nietos de regalo. La llevaron con ellos a una vivienda confortable y lejana; pero, a veces, escapaba caminando hasta nuestro hogar. Avisada la familia, se la devolvíamos días después, medio convencida por mi madre de que Ramón no la defendía de su mujer porque bebía demasiado.
Acabó ciega y al cuidado de la nuera. No pudo reencontrarse con su hijo, fallecido décadas antes, hasta los ciento dos cumplidos.
Una triste y larga vida la que nos muestras, pero con la sobria sensibidad con que nos la cuentas casi no nos parece tan pesarosa. Una vida da para mucho,aunque , en este caso, no para reir y llorar, solo para sufrir lo que le vino dictado por su destino y sin posibilidad de alterarlo. Cúantas mujeres en nuestros pueblos, y solo dos o tres generaciones atrás, habrán padecido vidas como esta. Solo alcanzan el descanso con la muerte. Merecen nuestro recuerdo agradecido. Enhorabuena y suerte. Saludos.
Muy bien descrita la situación de algunas mujeres en tu comentario. Muchas gracias.
Relatas perfectamente la evolución de esta mujer rural y entrañable llena de años, Edita
Besito virtual
Muchas gracias, María Jesús.
La existencia, para algunas personas, a veces no es sino una sucesión de avatares, a cual más negativo, pero no por ello dejan de encararla. Tu protagonista es un ejemplo de mujer sufrida; otros y otras, con mucho menos, habrían tirado la toalla. Tener las espaldas tan anchas, cargar en ellas lo indecible, la falta de quejas, no significa que no padezcan. Personas necesarias, que de alguna forma son un aceite vital para que todo funcione.
Un abrazo, Edita. Suerte
¡Todo un comentario de texto! Has atinado perfectamente con el adjetivo: sufrida. Muchas gracias.
Tu protagonista, Edita, no parece de este mundo, por su entereza y aguante y, sin embargo, ha habido, y todavía existen, muchas mujeres como ella, en lo rural. Por un lado me resultan admirables y, por otro, pienso que deberían haberse sublevado, en algún momento, dejando de aguantar tantas penalidades y actuando de algún modo. Su vida dejaba de ser suya, por los demás y no me parece justo.
Enhorabuena y un abrazo.
María José
Tienes más razón que un santo, pero bastante hacían las pobres en sus circunstancias. Sobrevivir, a veces, es toda una valentía. Muchas gracias.
Muchas gracias, Ana.
Una historia muy bien narrada, la historia de una vida, de una persona fiel a sí misma, sencilla y auténtica. Un placer leerte, Edita. Saludos y suerte.
Un inmenso placer que me leas. Muchas gracias.
Hola, Edita.
Otro relato que refleja también una realidad del mundo rural. Esa mujer sacrificada, sencilla… que se lo echa todo a las espaldas.
Pobrecillas, la verdad.
Un abrazo enorme y suerte.
Muchas gracias, Towanda.
La vida reparte cartas, pero a veces con las que nos ha tocado en suerte es muy difícil ganar la jugada de la felicidad. Un relato que nos cuenta una vida de entrega, sacrificio y sufrimiento, sin tiempo muerto para la dicha. Muy buen texto, Edita. Enhorabuena y abrazos.
«una vida de entrega, sacrificio y sufrimiento, sin tiempo muerto para la dicha», cuánta razón tienes. Muchas gracias.
Toda una vida pesarosa, de sufrimiento, donde no cabe la sonrisa, ni el llanto.
Has conseguido que imagenemos su rostro compungido y vencido por la vida.
Solo la muerte quizá logre aliviar todos esos días de sobra en su persona.
Un abrazo grande Edita.
Todo un comentario. Muchas gracias.
Edita, qué realidad tan triste y tan bien contada. Muchas felicidades.
Qué bien. Muchas gracias.
Edita, nos la presentas muy quebrantada por la vida hasta su final, y nos llegan esas desventuras. Suerte y saludos
Muchas gracias, Calamanda.