264. SENTENCIADO, de Musgo 2
El frío me despierta. Me quito la venda de los ojos. Estoy desnudo. Es de noche. No. No lo es; pero la densidad del bosque produce ese efecto.
Antes: el tirón hacia el furgón, los golpes, la venda, la cuerda alrededor de pies y manos, las horas de viaje, la caminata con los ojos tapados, los tropiezos, las caídas, las ordenes de seguir que escupen mis captores, el palo que me sume en la inconsciencia.
Ahora: el frío, la conciencia de estar en un bosque, la parálisis, la desorientación, la incapacidad de reacción, el pánico y el dolor intenso que me produce caer en la cuenta de que quien haya ordenado esto pertenece a mi círculo más íntimo de familiares y amigos. Solo ellos saben que padezco de una brutal y feroz nictohilofobia.