Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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268. LA ROSA ROJA, de Colibrí

           Dijo el ruiseñor si le traía una rosa roja –
           ¡Pero no hay rosas rojas en mi jardín – dijo el duendecillo.
Desde su nido en lo alto de la Acacia, lo oyó el benteveo. Miró a su alrededor y se puso a pensar.
La felicidad depende a veces de cosas tan simples. Levantó  vuelo el benteveo entre los sauces y ahí la vio, entre las madreselvas, roja, brillante y sedienta de amor.
La tomó en su pico y suavemente la alzó separándola de su tallo. Pero el benteveo sabía el secreto de la pena del ruiseñor, y se mantuvo silencioso en el pino, pensando en los misterios del amor.
De pronto desplegó sus alas y emprendió el vuelo y se remontó por los aires. Atravesó el bosque como una sombra y como una sombra planeó sobre el jardín donde estaba el ruiseñor.
Éste yacía quieto. Lo llamó, lo picoteó, pero nada. De amor había muerto. Puso la rosa roja sobre su cuerpito inmóvil y ahí se quedó.
Es un precio muy alto para una rosa roja – pensó.

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