27. Sábanas
Un escalofrío avanza por sus muslos, en diez minutos saldrá de su despacho y le dirá a su asistente que esa tarde, como cada jueves, no estará localizable. Recorrerá con su coche los escasos cinco quilómetros de distancia hasta el hotel de siempre. Ella le estará esperando, con su correspondiente escalofrío, él le arrancará la ropa interior, no podrá aguantar más, ella se lo recriminará. Acariciará su cuerpo y notará cómo se le eriza cada poro de su piel con la excitación de saberse deseado, follarán. Apoyará su cabeza extenuado en la almohada de hotel, con olor a lavandería profesional y falso perfume de hogar. Llegará a casa, el olor allí será el de cena recién hecha, niños bañados, ropa planchada. Se encontrará a su mujer ataviada con su ropa más vieja y cómoda, le sonreirá, pero no le mirará. Cenarán en silencio, tras un breve cómo te ha ido el día y un aún más breve, bien. Algo le extrañará. La sonrisa de su mujer será diferente, llevará el pelo suelto, estará guapa, y lo que él no sabrá es que ella también evocará el olor de unas sábanas, de otra habitación, de otro hotel, igual de blancas.
(Relato fuera de concurso)
Las sábanas blancas son escenario y testigo de descanso y de pasiones, infidelidades incluidas. Igual arropan a parejas heridas por la rutina que a amantes que se ocultan entre ellas como en un refugio clandestino. Ellas acogen por igual a quien quiera utilizarlas, como a los personajes de este buen relato, marcado por una trayectoria que parece repetirse como un bucle, una obra de teatro en la que cada cual tiene un papel asumido, pero todo es susceptible de cambio. Al final el guión se enriquece con la mayor actividad de una mujer, cansada de una actuación demasiado plana, que se limitaba a ver, oír y callar.
Buen relato y buen final, con las sábanas como un personaje más y no precisamente secundario.
Un abrazo, Beatriz. Suerte
Muchas gracias Ángel, como siempre, tu comentario es un valor añadido al relato. Haces una descripción perfecta del sentimiento de los personajes, tanto de él como de ella (y la otra). Un abrazo bien fuerte también para ti. Nos leemos 🙂
Muy bien traído el color de la convocatoria a este estupendo relato. Magníficamente escrito. Lo demás ya te lo ha dicho Ángel.
Suerte y besos.
Muchas gracias Rafa, valoro mucho tu opinión. Un abrazo muy fuerte para ti también ?
Felicidades por este excelente relato. Me ha enganchado y llevado a un final sorprendente. Gran trabajo Beatriz. Saludos
Muchas gracias, Pablo. Me alegra saber que ha conseguido mantenerte alerta en la lectura y el final haya sido inesperado. Gracias por pasarte por aquí y comentar. Un saludo.
Y así, con sus húmedos secretos, convivirán felizmente muchos años…
Enhorabuena Beatriz, suerte y abrazo.
Gracias Álvaro. En este caso es un secreto a dos bandas que probablemente solo uno desconoces. Un saludo, nos leemos ?
Bien traído el blanco a un relato muy bien escrito.
Suerte, Beatriz.
Gracias Yolanda, siempre he envidiado el blanco industrial ? un abrazo fuerte ?
Cuando la verdad se acaba, a veces intentamos buscar otras realidades, pero mientras se alimenta la mentira no se encontrará. Desgraciadamente el amor rara vez fallece de viejo.
Bonito relato de esta cruda realidad.
Encantado y saludos, Beatriz Juan Antonio
Hola Juan Antonio, gracias por acercarte hasta aquí y comentar. Aunque quiero creer que el amor que envejece también existe ?
Siempre me producen tristeza estos relatos, y no porque no esté bien escrito, que está perfecto, es la situación lo que me da pena. Cuando has comentado lo del olor a hogar, que no lo es tanto, o has mencionado que ella estaría con su ropa vieja, eso es lo que me produce esa emoción.
La rutina mató al amor y ahora cada uno busca lo que no lo es, por su lado.
En fin. La comunicación y la comprensión de lo que es el otro (o la otra), de lo que siente, esa sería la clave, en mi modesta opinión.
A tu micro, no se le puede poner un pero.
Suerte y abrazos Beatriz.
Muchas gracias Mercedes. Efectivamente, la comunicación y el respeto, en mi modesta opinión, es la base para que una pareja no se desvanezca en la rutina. En este relato me hacía gracia jugar con el papel del hombre que engaña y que está tan centrado en él que es incapaz de ver qué puede sentir su pareja. Me alegra saber que te ha gustado, a pesar de la tristeza generada en ti, aunque que te haya “sacudido” también es importante. Gracias de nuevo ?
Querida Beatriz, el blanco no siembre es inocente y el amor no siempre usa sábanas de satén. A veces, necesita escapar y explotar sobre sábanas rasposas, que nos recuerden que es un amor prohibido.
La vida está escrita así, con sus contradicciones, con su dolor,con su desamor…
Lo has descrito a la perfección.
Suerte y besitos!???
Gracias Salva, si muchas sábanas hablaran… jaja… la vida, como bien has dicho, tiene sus cosas, y a mí me encanta ver que mi relato te ha gustado.
Gracias y mucha suerte.
Besicos también para ti.
Bea.
Dicen que las mujeres disimulamos mejor que los hombres estas cosas… ¡Desde luego tu protagonista lo ratifica! Ella que sigue tan pichi haciendo como si nada mientras él va desmelenado por la vida pensando que es el mejor en el arte de la mentira. ¡Qué bien hilado está! Bravo.
Un abrazo.
Hola Nuria, una vez escuché la explicación «científica» de porqué los hombres giraban todo el cuello para ver a una mujer guapa y en cambio nosotras de «reojillo» no perdíamos detalle. Según estos «científicos» en la época prehistórica los hombres salían a cazar y debían enfocar su vista. En cambio las mujeres se quedaban al cuidado de los niños, los animales, la casa y su visión era a 360 grados. Verdad o no, nosotras no giramos el cuello. Por lo tanto, disimulamos bastante mejor jaja.
Gracias por su comentario 🙂
Saludos
Bea
Pues si así son felices, mejor para ellos, y que papel más bueno le has dado a las sábana Un bicos.
Para felicidades, colores, cierto es. Gracias por tu comentario 🙂