294. EL GIRALUNA, de Savia 2
Al Gran Jefe no le gustaba que nadie entrase en el Bosque Blanco y todo el mundo lo respetaba, él mandaba. Naomi, a la tierna edad de once años no entendía esas extrañas exigencias, pero siempre las había cumplido. Hasta ahora. Un día al salir de la escuela algo llamó su atención. Alzó la vista y la visión la dejó maravillada. De los límites del bosque se entreveía un cálido resplandor blanquecino. Olvidando las reprimendas, comenzó un paseo a largas zancadas alegres. No tardó ni quince minutos en internarse entre la marejada de hojas caídas de los chopos que danzaban con la brisa. Ni brujas, ni trasgos, ni duendes. Las ramas bajas arañaban juguetonas sus piernas. Pero ella era feliz, sonreía. Evadida del tic-tac que allí no suena, se internó hasta encontrar un árbol grande que iluminaba el bosque. Con la despreocupación que solo la infancia concede se acercó al árbol y apoyó una mano, había un nombre tallado: Elsa.
– Mi difunta esposa, su tumba permanece inmaculada porque el giraluna vela por ella y confío en que así continúe – le sorprendió el Gran Jefe- volvamos a casa.
Ambos se alejaron sonrientes dejando atrás el giraluna.
m gusta, m gusta, m ncantaaa!!!
Me gustaría leer la continuación de esta historia 😉