30. LA PRISIONERA Nº A19201
En la fila de la incertidumbre, bajo un manto de estrellas escupiendo indiferencia, Katharina obedece órdenes y desnuda su cuerpo. Después viene el rapado. Al caer, las finas hebras de su abundante cabellera cobriza, se funden con la estrella cosida en la manga de la prenda que yace a sus pies. Siente el zarpazo del miedo que, como una herida letal, no deja de morder. Un empujón la urge a avanzar. Es su turno. Cuando la tatúan y la guían junto a las demás, va pensando en Jasibe, en sus ojos de pajarillo asustado, en su extrema delgadez. No lo habría soportado. Ella estaría en la otra fila, en la de aquellas que no merecen ni un número tatuado… Por eso no se arrepiente de haber cambiado su costoso abrigo por el suyo cuando oyeron llegar a los soldados.
Los campos de exterminio fueron implacables con sus víctimas. Pocas tragedias han sido tan atroces. Incluso en el peor de los escenarios la gente puede tener un gesto de humanidad y generosidad que contradiga tanta maldad gratuita, que dé esperanza al género humano, que diga que todo no está perdido.
Una historia en la que la nobleza se impone sobre una radical tristeza.
Un abrazo y suerte, Yolanda
Sí, amigo, fue una de las peores tragedias de la humanidad y no creo que se diera ninguna muestra de generosidad como la que he creado, una cica alemana cambiando su suerte por la de su amiga judía… pero si al menos podemos imaginarlo…
Un abrazo.
Es que la escritura hace magia, consigue redenciones, milagros, y que la realidad parezca una ficción. Mucha suerte, Yolanda, para tu prisionera.
Un abrazo
Muchas gracias, Paloma.
Bueno Yolanda, qué historia tan dura y tan conocida por todos. Has contado perfectamente que en estos campos de exterminio todos tuvieron mala, muy «mala estrella», sin brillos y sin luces que guiaran. No me esperaba una historia así y aún somos muy sensibles a ella. Está claro que no podemos olvidar.
Nos leemos.
Así es Cristina, su estrella no auguraba nada buebi.
Saludos.
Lamentablemente, en ese parte de la historia de la humanidad, había estrellas; y otras cosas.
Buen giro final.
Felicidades y suerte!
Muchas gracias, Luisa.
Fuerte abrazo.
La estrella de la barbarie tantas veces vista en imágenes de todo tipo, siempre cruentas. Por alguna razón has preferido sacar ese lado humano en el que aún podemos confiar ante las tragedias de ese calibre y un cambio dee prenda muy oportuno y valiente. Suerte Yolanda, besotes.
Gracias maestro. Un cambio de prenda de una chica alemana a su amiga judía… Una fantasía evidentemente.
Un abrazo, amigo.
Qué fuerte tu micro, Yolanda. Cuántas cosas, y casos parecidos a lo que nos cuentas, no habrán sucedido en esos campos de exterminio.
Me ha gustado tanto que le pongo todas las estrellas que puedas contar.
Un abrazo y ¡suerte!
Muchas gracias, amiga!
En situaciones vitales como la que nos muestras es donde se ve a los verdaderos héroes, heroína en este caso. Gran personaje el que has creado, Yolanda, y hermoso aunque duro tu relato. Me parece especialmente crudo ese «manto de estrellas escupiendo indiferencia».
Mucha suerte con él y un abrazo.
Gracias, Enrique. Esa frase que destacas es mi favorita en este micro, creo que una vez más la precipitación me ha jugado una mala pasada, debí trabajarlo un poco más.
Un abrazo y gracias por pasarte y comentar.
¡Que duro relato! Muestra de una época de la que como seres humanos querríamos que no hubiera ocurrido jamás, pero que estamos obligados a que nunca se olvide para que no vuelva a repetirse. Y en medio de esa barbarie esa generosidad entre las dos amigas, lo que por un momento nos reconcilia con la bondad en algunos seres humanos. Un abrazo inmenso. Gloria
Fuerte abrazo, querida Gloria. Gracias por acercarte y comentar.