30. PRIMERA HORA, de Elfo
Cándido despertar sonoro de las luces. Ingenua hora la de la luz del alba. Desperezado el día, columpia sus reflejos en gotas de rocío no estrenadas. Aromas nuevos a trufa oculta, a humus, a bayas, a frutos y a madera. Brotes menudos entre ramas traviesas jugando a ser un árbol. Roces secretos entre las tenues hojas que aún se esconden. Y en alguna parte pájaros sabios que anuncian canturreando sus distancias. En esa vieja lucha, fiel a su espacio el ave, astuta, vigilante, sigue clamando al cielo su lugar en la tierra. Por todas partes, ignorando el murmullo de verdes, orugas laboriosas, nidos sin dueño, agujeros labrados por la hormiga en la roca, madrigueras, refugios, pequeñas cuevas codiciadas, trampas, cornisas y atalayas.
Magnífica prosa descriptiva de luces, brillos, irisaciones y aromas, sensaciones que consiguen despertar nuestros sentidos. Palabras precisas plenas de sensibilidad que nos hacen deambular por ese bosque de forma vital y sublime.