305. INVISIBLE MATERNIDAD, de Crisálida
De mi vientre incompleto surge una figura humana. No lo sentí llegar. Los pájaros de la noche se inquietan tanto que me distraen. Ahora mis ramas no me permiten distinguir sus rasgos. La bruma del amanecer se alía con ellas para impedirme identificar a quien me habitó.
Me he estremecido cuando se ha abierto paso entre mis músculos con sus brazos y piernas. Me ha herido con su angustia, su prisa por salir. Le disculpo que me haya robado fragmentos de mi ropaje.
Se apoya en mi costado, donde el sol va creando un espacio luminoso… Se aparta perezoso. Camina despacio por la alfombra que he ido tejiendo a mis plantas, parece asustado. Mira una y otra vez en todas las direcciones posibles y por fin se decide.
Sigo su ruta hasta que la altura de mis ramas es menos poderosa que la espesura del bosque que habito.
Mi útero hecho de años se queda nuevamente vacío. Siento envejecer de una vejez lenta. Y mientras expando mis débiles hojas en esta nueva primavera, espero que antes de que llegue el definitivo invierno alguna vida me habite. Aunque sea por una noche.