326. LA CITA, de Hoja Seca
Llovía copiosamente y aún así, caminé hacia el Bosque de la Cascada donde Sonia me había citado con urgencia.
Algo grave le ocurre para hacerme esto, -pensé.
Temí que el tinte recién aplicado tiznase mi cara, dejando al descubierto mi pelo blanco, la lluvia se mofaba del paraguas.
Nos conocimos hace años en una cena de empresa, y me he convertido en algo así como su madre, o una confidente.
La encontré acurrucada bajo un roble al lado del precipicio, con el pelo y la ropa empapados.
Cuando me acerqué, la oí sollozar, se puso en pie y me abrazó diciendo: Gracias por venir Isabel, estuve a punto de cometer un disparate.
-¿Qué te pasa? ¿Te has vuelto loca para estar aquí, y hacerme venir con este diluvio?
-Ha naufragado, -me dijo.
Sonreí ante la paradoja, si, el agua estaba por todas partes.
-¿Cómo dices? –pregunté, dudando que estuviera en su juicio.
-Mi relación con Luís. Hoy me ha dejado. Estoy desesperada.
-¡Vaya, es eso! Te advertí hace tiempo, que dejarías de ser “la otra” cuando la celulitis se instalara en tus mulos, y esos pechos declinaran. A mi marido, solo le gustan los cuerpos perfectos.
Muy buen micro, te felicito.
Gracias, Anónimo.