329. AUSENCIA, de Amanita Muscaria 2
Abrí aquella puerta temerosa por si alguien me observaba y me adentré en aquel bosque que tantos misterios guardaba. Instintivamente camine entre los árboles, me envolvían a cada paso, el aroma que percibía me transportaba a un mundo distinto, era un olor dulce, mezcla de todas las especies de flores aromáticas que por allí emergían. El tiempo y el espacio carecían de sentido. Un murmullo melódico envolvía todo, unas bellas melodías de gorgojeos y graznidos alegraban gratamente el ambiente. Frente a mí se divisa el horizonte por el que las espumosas olas del mar juguetean con las rocas envolviéndolas y azotándolas a cada segundo. Mi corazón comienza a acelerarse, bombeando a una velocidad vertiginosa, una suave brisa me acaricia la mejilla y un escalofrío recorre mi cuerpo. Sé que eres tú, tu esencia, siento como me rozas la piel, siento paz, respiro hondo… Ya puedo regresar tranquila a nuestro hogar, aunque sé que tú te fundiste para siempre en este bosque al que cada día regreso para sentir tu presencia, como antes, cuando nos sentábamos al borde del acantilado al ocaso del atardecer, con las manos entrelazadas, hablándonos con la mirada, sintiendo que ese era nuestro momento, sólo nuestro….