33. Mila’s peluquería (Ginette Gilart)
Desde muy pequeña Milagros quiso ser peluquera. Todo empezó la primera vez que acompañó a su madre a que le dieran el tinte. Quedó impresionada del ajetreo en el salón, de los grandes espejos, del olor a champú, a laca y de lo guapas que estaban las clientas cuando salían. Al principio practicó el corte de pelo con sus muñecas. Luego ensayó con sus amigas que se prestaban a que les hicieran todo tipos de peinados. El día que montó su propia peluquería ya tenía clientela asegurada. Pasaron los años y llegó el tedio, acabó aburrida de tanto pelo, su naturaleza inquieta le pedía cambio. Acostumbrada a oír lamentaciones tuvo una idea, reformó el local, puso una sala de espera y un despacho, quitó el antiguo letrero y en su lugar colocó una placa de metal donde figura:
Milagros Todoído
Psicoterapeuta
Hola Ginette. Me gusta mucho tu relato y el giro que le has dado al final.
Enhorabuena.
Me alegro, Manoli. Un abrazo.
Ginette:original,divertida y con muy buen final.
Suerte
Manuela
Muchas gracias, Manuela. Un abrazo.
Qué buen relato Ginette. Al fin y al cabo, casi todas las peluquerxs tienen algo de escuchantes y terapeutas. Suerte.
Besicos muchos.
Se oyen muchas historias en las peluquerías,. Gracias, Nani.
Un abrazo.
Las peluquerías, como a veces también sucede en los bares, no solo prestan un servicio físico, sino también espiritual. La gente necesita hablar y alguien que escuche, este simple hecho obra milagros, algo que se corresponde con el nombre de tu protagonista, al igual que, su labor de oyente, con el apellido.
Divertido relato, Ginette, con un buen trasfondo sobre la psicología humana.
Un abrazo
Como siempre aciertas en tus comentarios. Gracias por leerme y comentar, Ángel.
Un abrazo.
Una buena peluquera no solo ha de saber peinar, también ha de saber escuchar. Tu protagonista ha sabido rentabilizar ese don que posee.
Buen relato. Mucha suerte, Ginette.
Besos apretados.