34. Siempre Juntos
El amor que profesaba por su profesión no era equiparable casi a nada, la única excepción era el que sentía por su esposa. Ella era una dama exquisita, sin igual en todo sentido, y por lo tanto, vorazmente codiciada por todo hombre que cruzara su camino. Su intelecto no alcanzaba a comprender por qué una mujer así estaría con alguien como él, que sólo destacaba entre los demás por su talento y renombre en su área de trabajo. Por tal motivo, lo relativo a su amada era su mayor preocupación desde hace mucho tiempo.
Él era una eminencia en lo tocante a su empleo. Había trabajado con dictadores, generales, revolucionarios, presidentes, grandes pensadores, mandatarios, actrices famosas, en fin, personas excepcionales de todo tipo. El miedo, finalmente, lo había impulsado a incluir en esa lista a su esposa. De esta forma, —concluyó— se aseguraba que estarían juntos por siempre, no podría abandonarlo por ningún otro después. Porque la verdad sea dicha, ser el embalsamador más notable de la época no era suficiente para retener a una mujer como ella a su lado, se vio obligado a hacer algo más al respecto.
Vaya final más sorprendente. Me preguntaba cómo había podido estar con personas tan diferentes. Al final, todo está clarísimo, no tanto para la mujer. Las pobre, ¿qué culpa tenía del afán de posesión de su marido?
Muy bueno y original, Vernaschi.
Suerte y feliz noche.
Muchas gracias por la lectura y el comentario.
Un gran abrazo.