351. RESET, de Ascomiceto
Entró hierático.
Ajeno.
Apartó unas ramas con despreció.
Se molestó cuando una tela de araña le apresó el rostro. Sintió asco y desprecio pero inmediatamente se despojó de esos sentimientos.
Busca se dijo para sí.
Hubo unos crujidos en la espesura. Sintió miedo, un escalofrío. El silencio brotó de nuevo y el miedo desapareció para siempre.
Siguió avanzando.
Las hojas caían perezosas. Le embargó la tristeza pero al segundo siguiente la olvidó. Fue entonces cuando lo vio: su corteza cuarteada, sus nudosas raíces, su imponente copa.
Abrazó al árbol y lloró.
Y aquel llanto achicó el gigantesco mar de impotencia y abismos que inundaba su ser. Había encontrado su árbol y, en aquel abrazo, la verdad sobre sí mismo.