355. INMERSO, por Matojo
Penetro en el bosque, camino en la espesura, arriba el cielo despejado, el astro ardiente recostado hacia el poniente, a cuestas mi mochila y una cantimplora ya casi vacía colgada de mi cinturón.
El mar, el ajetreo atroz de las ciudades, el oleaje del mar sobre las costas pobladas de seres solitarios tostándose al sol, manifestantes indignados tirados en las calles urbanas y las fuerzas del orden cercándolos, el tráfico anónimo incesante, delincuentes al acecho en las salideras bancarias, las calles de la prostitución y la droga, las caras sonrientes de políticos en plena crisis, desocupados vagando por las calles sin presente ni futuro, sueños de primer mundo hechos trizas, oportunistas politólogos diseñando mentiras, restos humanos acusando desde sus tumbas, gritos de potencias imperiales en tierras lejanas, vidas jóvenes para la guerra, la represión y la violencia a la orden del día…
Todo queda detrás: raras formas de gentes y de vidas, de cosas huecas, sin sentido; la familia, los amigos, el amor… ¿dónde están? ¿dónde?…
Por fin el sol se evade tras una línea utópica de horizonte, una brisa fresca me invade,
y prosigo mi camino, con renovadas ansias de encontrar mi destino, inmerso en el bosque.