39. LA CHICA DE AYER (Manuel Menéndez)
Había sido un buen concierto. El público había disfrutado y una mujer, en la primera mesa, parecía entusiasmada. Al acabar se me acercó.
– Eres Manuel, ¿verdad? ¿no me recuerdas?
Dudé. Tenía una edad similar a la mía, pasado el medio siglo, pero no despertaba ningún eco en mi memoria. Insistió:
– Soy Laura, tu compañera de pupitre en COU, en los Salesianos.
Contesté con un gruñido poco comprometedor, mientras seguía mirándola. Entonces me fijé en el halo de tristeza de sus ojos.
— ¡Claro, Laura! Perdona, hace tanto tiempo…
Su sonrisa la transformó. Pude entrever por un momento la chica que había sido. Entre cerveza y cerveza me contó su historia, sus amarguras, su desencanto. Estábamos bastante achispados cuando me confesó que se arrepentía de haberme dado calabazas. Sonreí. Le aseguré que había estado enamorado perdidamente de ella, que siempre sería mi primer amor. Me besó. Nos besamos. Le pedí un momento y volví al escenario. Le dediqué La chica de ayer. Lloró desde el primer acorde al último. Luego se abrazó a mí con fuerza, miró el reloj, susurró que nunca olvidaría esta noche y se marchó, desapareciendo entre la gente.
Ojalá me llamara Manuel y hubiera estudiado en los Salesianos.
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Aunque seas muy black, eso no quita para que también seas un romántico. Tienes un gusto exquisito para elegir canciones, y sabes contar maravillosamente una historia mágica de un encuentro casual que se convierte en una declaración de amor. De una forma más que original, muestras la nostalgia de ella, de lo que pudo haber sido y no fue, y con un espectacular final, de lo que nunca fue para él y sí ha sido en ese encuentro. La nostalgia de no haber sido otra persona para conocer a esa chica de ayer en el pasado y convertirla en la de toda su vida (qué bien elegido el título y la canción). Decirte que me ha gustado sería quedarme corto.
Lo has escrito tan bien que me he encontrado en la mesa de al lado, escuchando la conversación, la canción, y queriendo ser también ese Manuel qué estudió en los Salesianos.
Una genialidad.
Un abrazo, brother.
Quién no ha tenido una chica de ayer en su vida y a quién no le dice algo esa melodía, himno de una generación y que tantos recuerdos evoca. Dicen que los recuerdos, precisamente, acabamos modelándolos con el tiempo, rememoramos solo lo que nos interesa y lo adornamos como mejor nos parece. Otra cosa es fabricarse un pasado para disfrutar el presente, eso es una agudeza singular del autor de este relato de la que salen beneficiados sus personajes, que disfrutan lo suyo (tendrían que darte las gracias por esa nochecita), pero también todos los que lo hemos leído y los que puedan venir después.
Un abrazo y suerte, Manuel
A mí me has engañado con tu buen relato hasta el final, lo mismo que a Laura, Manuel. ¡Qué bien rematado!
Me ha gustado mucho este relato de nostalgia por algo que no sucedió y, como además de relatista eres músico, lo has adornado con una banda sonora que me ha sacado un suspirito por todas aquellas cosas que nunca fueron y la chica de ayer que fui. Besos y mucha suerte, Manuel.
Buenísimo el desenlace. Suerte.
Saludos.
Después de leer tu relato no me importaría ser «la chica de ayer». Me encanta.
Suerte!
Qué buen relato de nostalgia por los amores perdidos, aunque nunca hayan existido. Me ha encantado el final y la atmósfera recreada con acordes y alcohol. Ya sé que «La chica del ayer» es una de tus canciones favoritas y le has hecho un gran homenaje.
Muy bueno, Manuel. Éste relato, es perfecto, lo tiene todo. Es nostálgico, romántico, triste, hasta con su mentira piadosa viene, y cuando llegas a ese final, (perdóname), pero yo me he reído lo más grande.
¡Qué completito me has salido!
Un besazo enorme.
De casualidad no es mi babi.