41. Lunes (Susana Revuelta)
Dio un sorbo a la taza y miró con apatía a su alrededor. Se sentía como un payaso de sonrisa amarga rodeado por unos clones de blanco, negro y gris, que entraban y salían, venían y marchaban, con prisas, sin ganas.
La cafetería le parecía un circo aburrido, los clientes y sus chácharas una pantomima siempre igual: «Buenos días a todos menos a uno» —repetía cada mañana el más bufón, sin ninguna gracia—; «café solo con sacarina»; «para mí descafeinado de máquina con un chorrito de leche templada»; «un capuchino con bebida de soja en vaso alto de cristal». Pero no tenía ni una varita ni una chistera para ¡voilà! hacerse desaparecer.
Con cada trago de café evocaba su sensacional partido de pádel del sábado; la noche de acrobacias y pasión entre las piernas de Wendy; o el domingo mágico en el sofá leyendo a Dan Brown con música de Coldplay y Pearl Jam.
—¡Jeremy! —le sobresaltó la voz avinagrada del encargado—. Espabila, que empieza ya la función: vete poniéndote el uniforme, recoge las mesas, rellena los servilleteros, cambia el barril…
Y cual funambulista sobre una cuerda floja entró, renqueante, en el primer día de la semana.
No hay un lunes bueno. Muchas veces he pensado que pasaría si desapareciese del almanaque… Nada, ocuparía el martes su lugar. Entonces me consolaba pensando en los que tienen almanaques con 7 lunes.
Qué malos son los lunes. Un encontronazo de realidad tras un espejismo de dos días. Tu protagonista se siente como un payaso, pero parece tener una visión más lúcida que la mayoría, también un sentido existencial muy marcado.
Será difícil que no me acuerde de tu personaje cada lunes, a ver quién no tiene un poco de él.
un abrazo y suerte, Susana
Susana, filosofico personaje, algo desanimado para comenzar la semana. Suerte y sALUDOS