42. GENÉTICA. Paloma Hidalgo Díez
Cuando mamá se perdió en el mar, papá me cuidó por los dos. Fue un padre estupendo. Hasta que hace dos semanas, me aisló del mundo. Yo insistía en que podía confiar en mí, en que yo no le iba a abandonar como ella hizo. Le grité lo que él me decía cada vez que paseábamos por la playa, eso de que para mi fortuna, la genética parecía haberse olvidado de una buena parte de los genes maternos. Pero no sirvió de nada. Empezó a vigilar a diario las manchitas de mis pies, y con aquella pulsera odiosa, el crecimiento de mis tobillos. Creí que se estaba volviendo loco.
Hoy, que cumplo doce años, al meterme en la ducha, he comprendido todo, quizá la genética no se ha olvidado de nada:las manchas han dado paso a un mosaico de escamas plateadas, los tobillos se han soldado, y entre los dedos, me está brotando lo que supongo que va a ser una impresionante aleta caudal.
¡Vaya con la genética! Nos has preparado una buena sorpresa final, con brillante cola de pez incluída.
Un abrazo Paloma.
Carme.
La genética se las trae M.Carme, esta sirenita tendrá tiempo de descubrirlo cuando, como su progenitora, se adentre en el mar.
Un abrazo.
¡Qué buena transformación genética! Me ha encantado, enhorabuena.
Suerte, Paloma.
Gracias, Rafa. Es que eso de la adolescencia es terrible, y más cuando la genética se pone estupenda.
Mi ego anda dando saltos, voy a tener que emplearme a fondo para cazarlo. Jo, gracias, Juan.
De tal pal… madre, tal asti… cola.
Me ha gustado mucho tu relato, Paloma, ¡te deseo mucha suerte!
Eso es, Alicia Isabel, seguro que también tiene los ojos azules que he imaginado que tiene el padre!
Muchas gracias.
Pobre padre, el futuro de su hija parece ir tras el de la madre.
Muy bueno, Paloma. Cuando el lector comprende por qué la esposa y madre les abandonó, se desvela el misterio de la historia, la diferencia de las especies, el dolor y miedo del hombre… ¡la pura genética!
Me ha encantado.
Un abrazooo grande.
Mil gracias, Amparo, por compadecerte de ese padre abandonado, y por entender el misterio, como tú dices, de la historia.
Me alegro mucho de saber que te ha encantado.
Otro idéntico al tuyo de vuelta.
Para bien o para mal, la genética tiene muy buena memoria. Y esta transformación que no se nombra (porque no se nombra lo evidente) y que es sin duda un rito de paso, de madurez, equiparable -creo yo- a la primera menstruación femenina, es innegable, y es innegable que el padre la sospecha, la teme (están claros sus motivos para temerla) y hace todo lo que está en su poder para rastrearla e impedirla sin darse cuenta de que es la esencia misma del ser de su hija lo que está anulando.
Una historia triste, de crecimiento (y de su no aceptación) muy bellamente contada.
Me encantó, PALOMA.
Cariños,
Mariángeles
Desde luego, Mariángeles, tu comentario es sobresaliente. Has hecho un análisis tan minucioso y certero que lo único que puedo hacer es darte las GRACIAS, y quitarme el sombrero ante ti.
Que vuelen otros hasta ti.
Paloma, la genética no perdona y la metamorfosis de la protagonista era inevitable.
Buen relato. Mucha suerte.
Besos apretados.
Gracias, Pilar, por leer y comentar.
Abrazos a juego.
¡Ay! los padres y los inevitables cambios de los hijos, estupenda manera de abordar el tema. Lo he disfrutado de la primera a la última línea. Mucha suerte.
Eso es, María, lo maravilloso de la escritura, que te permite abordar la realidad desde la ficción, sin que ninguna de las dos se resulte dañada. <gracias por comentar
Desde que lo leí la primera vez quería decirte algo.
Ahora que lo releo y leo los comentarios de los demás, solo me queda decirte que has encontrado una forma preciosa y diferente de contar algo que inevitablemente ocurre. Un rito de paso fundamental, quizá el primero al que debemos enfrentarnos.
Mucha suerte.
Un rito que la madre nauraleza nos regala, a cada padre, a cada madre, de una forma, y con el que muchas veces a pesar de habernos preparado o de saber que tarde o temprano nos íbamos a ver en tales, nos topamos de bruces, envueltos en el miedo de que nuestros pequeños se hagan grandes, y vuelen, o naden como en este caso, por su cuenta.
Esperanza, mil gracias por dar en la diana.
Que buen micro te has marcado, Paloma. Has conseguido darle un toque muy original a un tema tan manido como el de las sirenas. Felicidades por ello y mucha suerte. Siempre es un placer leerte.
Un abrazo.
Es la mirada que encuentra el reflejo de la luz en las escamas de la sirenas! Muchas gracias por comentar Esperanza.
Un abrazo.
Magnifico. Son sirenas con las que da gusto toparse.
Abrazos cálidos.
No canta, María, ni embelesan con su hermosura a marinero algno, pero salpican agua salada, que si cae en los ojos, escuece…
Gracias por leer, y por los abrazos.
Me ha encantado.Me lo voy a aprender para contarlo en mi repertorio de microcuentos.Soy piluca…una pregunta?.la pulsera?