42. MONÓLOGO INTERIOR
Tengo un perro: un golden retriever, creo que se dice. Tengo que sacarlo tres veces al día, de casa al parque y del parque a casa, llueva o haga sol. Tengo dos hijos que nos lo pidieron a su madre y a mí cuando eran pequeños y accedíamos a todos sus caprichos. Tengo que hablar con ellos –cuando los vea–, porque no lo sacan desde hace meses. Tengo una exmujer que me dejó con el perro, cuando era ya un golden retriever enorme y algo bobalicón. Tengo que hacer que haga sus cosas –al perro me refiero–, y tengo también la técnica adecuada para eso, que no es fácil. Tengo que dejar de pensar todas estas cosas, me ha dicho el médico, y tengo que ser positivo, me ha insistido. Tengo que decidir ya de una vez dónde voy a dejarle la nota al señor juez.
Parece que tu protagonista no se aclara demasiado, quizás debido a la depresión. Y yo que pensaba que los animales servían de ayuda en estos casos. Pues vete tú a saber si no va a contar en esa carta como hay que hacer para que el perro haga sus cosas. Eso si se decide. Curioso este monólogo que nos presentas, Eduardo. Suerte y saludos.
Ja ja ja, sí, Jesús, parece que el personaje está un tanto confuso. La mascota, en este caso, se convierte en el hilo conductor de esa depresión a la que haces referencia. La salida parece un tanto traumática. A ver…
Gracias y un saludo.
Tengo que decirte que me ha gustado por lo que dices y por como lo dices.
Tengo que decirte que eres un encanto. Tengo que decirte que muchas gracias. Y tengo que decirte que me gusta que te guste. Y que besos.
Hola, tocayo.
Para positivo tu texto. Qué bien te apoyas en «Tengo», el hilo conductor de tu relato. Qué bien siembras la duda desde el primer instante con la denominación de la raza del can. Qué bien muestras la mente de un ser atosigado por sus deberes, desquiciado, atormentado, hecho picadillo casi ya. Y qué bien cierras con esa nota al juez donde quizá le cuente, anticipadamente, claro, su liberación de tanto «Tengo», de tanta «disfortuna». Me temo lo peor para tu «prota», disposición sobre exequias funerarias incluidas, al mismo tiempo que auguro lo mejor para tu micro, y no porque seas mi tocayo, al que has puesto el título idóneo, puesto que los párrafos se incardinan a la perfección en el género del monólogo interior. Muy enhorabuena y un abrazote.
Tocayo amigo y lector avezado: el «Tengo» es, en efecto, el núcleo del relato de un ser hecho papilla, como bien señalas. El ‘tener’ lo ha llevado a una existencia indeseada cuyo contrapunto bien pudiera ser ese perro, esa criatura inocente que se ha convertido en centro de su vida y en objeto de la ternura que le niegan los seres humanos que le rodean.
Un abrazo y gracias, como siempre.
Una persona con una vida llena de actividades, que a él se le antojan pesadas obligaciones, cuando en realidad está vacía. Una existencia que poco a poco se desmorona, sin que la presencia normalmente positiva del mejor amigo del hombre contribuya a paliarlo. Un interior tocado y sin solución, que deja una sensación de desagarro.
Un abrazo y suerto, Eduardo
Admirado Ángel, ni yo mismo lo hubiera expresado mejor, y te remito a lo apuntado a Eduardo justo más arriba: verás que lo has clavado. Si he conseguido ese desgarro que señalas, me doy por premiado ya.
Un abrazo enorme.
Una perspectiva menos amable de lo que es tener un perro. Me gusta tu acercamiento al tema, Eduardo. Tu protagonista está atormentado y el tener una mascota «heredada», en un momento de su vida terrible, no es la mejor opción. Enhorabuena.
Un abrazo.
En efecto, Maria José, a veces la vida nos regala aquello que no deseamos y nos pone en unas circunstancias que no son las mejores. Pero así son las cosas. Y es lo que hay.
Muchas gracias por tu visita y tu comentario. Un abrazo
Buen relato, Eduardo me gusta mucho ese final un tanto abierto (aunque no apunta nada bueno) y un estilo estructural exquisito. Enhorabuena por tu relato y suerte.
Muchas gracias, Lorenzo. Un honor que un maestro como tú considere «exquisito» el estilo de mi relato. Me abrumas.
Y en cuanto al personaje, me temo, en efecto, que el final no apunta nada bueno para él. Es lo que hay cuando uno no logra hacer caso a los médicos, ja ja ja.
Un saludo.
Me ha gustado especialmente por la manera con la que nos lo has explicado, y sobretodo por los comentarios intercalados que daban tanta información con tan poco. Suerte !!
Me gusta muchisimo tu relato Eduardo. Me angustia ese personaje. Cada «tengo» parece que pesa más que el anterior. Enhorabuena. Un beso
Nos muestras un ser sin esperanza que pone al perro como razón de sus males. Muy bien contado. Me quedo pensando en el final…
Un abrazo y suerte.
Un perro que se presta de asidero a la cordura de una vida que busca sentido a su existencia. Muy bueno, Eduardo. Abrazos y suerte.
Eduardo, has mostrado fenomenalmente la negrura que invade la cabeza de tu prota, toda su desesperacion, junto con la imposibilidad de tirar para alante. Suerte y saludos. Feliz 2017
La presencia del perro parece ser lo único real y constante en la vida de este hombre. El perro es también el vínculo con todo lo que ya no tiene. Quizás es por eso que tu relato deja ese sabor amargo en la boca, porque después de tanto repetir «tengo», te das cuenta de en realidad no tiene nada. Me ha parecido un encaje de bolillos, de tan bien hilado que está. Felicidades.
Suerte y abrazos