421. FUMAR MATA, de Coto de Caza
La estampida de las fieras al crepitar las ramas, la confusión de aleteos y plumas en el aire… Nada de eso llega a tus oídos. Apenas percibes un remoto olor a madera y follaje quemados. Si mirases por el retrovisor, divisarías a lo lejos una nube de humo y cenizas —te recordaría a esa niebla que arruina tus batidas de caza— que envuelve el tapiz de ocres y naranjas hasta cubrirlo por completo.
Indiferente, sigues con tu rutina. Elevas el volumen de la música, pisas a fondo el acelerador y enciendes otro cigarrillo.