442. PLUMAJE, de Jara Sarmiento
Tenía la cabeza y el cuerpo pequeños, comía poco y andaba a saltitos. Por eso, y porque se distraía en la clase de Matemáticas, siguiendo el vuelo de los pájaros a través de la ventana, lo apodaban “gorrión”. En todas las familias hay un vago y en ésta eres tú, dijo su madre cuando lo expulsaron del colegio. Lo dejó por imposible. Y él se internaba todos las mañanas en el bosque cercano. Volvía a casa con la caída de la tarde, para comer algo y dormir. Cuando fue mayor, se ofreció a José “el rata” como espantapájaros por un cuenco de arroz y un jergón en el cobertizo. Pasaba los días en mitad del sembrado, cubierto de pájaros que comían de sus manos, cada día más ave y menos humano. Un atardecer de primavera, dejó de hablar, movió los brazos y desapareció en el cielo junto a una bandada de vencejos.
Buen personaje y buena historia.Poético final.
Felicidades.