47. Independencia (Aurora Rapún Mombiela)
Por purita serendipia. Así fue. Ni más ni menos. El semáforo cambiaba ya a rojo, yo trotaba sobre el asfalto, estresada, como siempre, con la mente en mil cosas y en ninguna cuando el móvil se resbaló de mi bolsillo. Mientras caía, me tendió sus bracitos, desvalido. Quedó atrapado entre las líneas blancas del paso de cebra. Horrorizada, hice amago de agacharme a recogerlo, pero el pitido de un taxista que arrancaba me impulsó a correr hacia la acera. Desde allí contemplé cómo lo atropellaba y provocaba que saltara en mil pedazos. Un extraño vacío se apoderó de mí. Una orfandad atroz. Y de pronto, ocurrió. Sentí el clac del yugo al romperse y así, sin comerlo ni beberlo, me reencontré conmigo misma.


Ese mecanismo sin el que no sabemos estar, que parece ya un miembro más de nuestro cuerpo. Solo un suceso fortuito, drástico e inesperado, puede hacer que nos demos realmente cuenta de la dependencia que de él tenenos. De todas formas, habría que ver cuánto tiempo estará tu protagonista sin plantearse comprar otro, o si esa independencia será definitiva.
Un relato tan sencillo como profundo y creíble
Un abrazo y suerte, Aurora
Sí, Ángel. Yo también me pregunto si ese reencuentro consigo misma será duradero o correrá a perderse en el fondo de una pantalla de nuevo. Muchas gracias por tu lectura y por tu comentario. Un abrazo fuerte.
Pues yo voto porque tu prota vuelva a usar el teléfono fijo y el servicio de correos, y que arroje al mar las redes: las sociales para librarse de ellas, y otras para ver si pesca a más gente en su situación y forman un club. Igual encuentra el amor y todo.
Un abrazo, querida compi.
Cómo molaría, ¿eh, Ana María? El club de los analógicos. Sin redes. Bueno, a nosotras nos han servido para encontrarnos. Y eso es todo un acierto. Un abrazo fuerte.
Cierto. No todo es negativo: ya sé que genera mucha dependencia, pero a mí me ha permitido conocer a mucha gente maravillosa y compartir una bonita afición. Eso también puede hacerse en persona, pero no cuando algunos estamos de punta a punta del país. Es lo que hay…
Una tragedia que abre nuevas vías ajenas a este mundo tecnológico que nos sirve y a la vez nos esclaviza. Buena reflexión. Un abrazo, Aurora.
A la protagonista, el fallecimiento de su móvil la ha llevado a ser consciente de la dependencia a la que estaba sometida. A veces, basta un instante para parpadear y abrir los ojos. Un abrazo fuerte.
Me ha encantado. Vivan esas cadenas rotas y esa libertad recién reconquistada. Muy buen micro que da para reflexionar cuántos de nosotros seríamos capaces de vivir sin esa prolongación de nuestro cuerpo en el que se ha convertido el smartphone. Mucha suerte.
Y tanto. Podríamos hacer un experimento. Seguro que no aguantamos ni un solo día alejados del rectángulo maldito. Muchas gracias por tu lectura y por tu comentario. Un abrazo fuerte, Izaskun.
Qué bien lo has contado, Aurora. Has sacado un tema de plena actualidad. Me ha recordado mis viajes en el metro. Me dedico a contar las personas que van mirando el móvil cada mañana, y no soy capaz de acabar la cuenta. Tengo otras excentricidades, También cuento las que van leyendo, e intento mirar con disimulo el título de los libros, y las que llevan la mochila en la mano, muy pocas, en un metro lleno de gente que hace que esas mochilas colgadas en la espalda ocupen más espacio y deje menos a los demás.
En fin, ya me enrollé, jajaja.
La cuestión es que la dependencia crónica que tenemos hacia el móvil se ha vuelto en algo natural, y gracias a ese fallecimiento del móvil, por pura serendipia, ha conseguido que tu protagonista se reencuentre con ella misma. ¡Genialidad! Consigues otra cosa que es un acierto. Que el lector a partir de ahí haga la historia suya y la termine como crea mejor, y eso me encanta también.
Enhorabuena por escribirlo. Qué suerte haberte podido leer.
Besos.
Cómo molan tus excentricidades. ¡Seguro que además fabricas vidas imaginarias para los pasajeros!
Pablo, me encantan tus entretenimientos del metro. He de confesar que yo siempre que uso el transporte público, si me dejan, me enfrasco en el libro y no levanto la cabeza hasta que llego. Alguna vez sí he intentado averiguar qué leen los demás, pero no lo ponen fácil. Sin embargo, sí se encargan de que nos enteremos todos bien claro de con quién hablan, el vídeo que ven o la música que escuchan. Qué pesadilla. Yo creo que la única manera de deshacerse del móvil es que te pase lo que le sucede a la protagonista… Aunque luego habría que ver cuánto dura esa orfandad… Muchas gracias por tu lectura y por ti comentario. Un abrazaco fuerte.
Aurora, no sabes cómo me identifico con tu protagonista, trotando atolondrada por el asfalto de la ciudad. Pero hasta ahí llega el parecido, porque soy capaz de parar el tráfico y enfrentarme al taxista aunque sea un armario ropero con mala uva. ¡No sin mi móvil!
Pero vamos, que como utopía mola. Y además, súper bien contado.
Un abrazo y suerte.
Jajaja, es que lo estoy viendo: Rosalía parada en medio de la calzada, deteniendo el tráfico para salvar al pobre movilín de una muerte segura. Un poco de desconexión no nos iría mal, pero hay que reconocer que cuesta… Un abrazo fuerte.
Hola, Aurora. Tu micro me recordó que hace poco, en Facebook, vi una foto en blanco y negro de un teléfono tradicional, y la nota al pie decía: «Cuando el teléfono tenía cable, éramos libres». Y pese a las innumerables ventajas y comodidades que los móviles/celulares nos han traído, son decididamente adictivos y estamos bajo su yugo, así que entiendo perfectamente el sentir de la protagonista, que hasta llega a animizarlo con esa mención de los bracitos… eso sí, creo que la independencia le va a durar más bien poco, al menos hasta que se compre un móvil nuevo…
Muy buen micro, me gustó.
Cariños,
Mariángeles
Ostras, qué buena esa frase de <>. Esa época en la que nos movíamos por ahí sin esa conexión constante. Esperemos que mi protagonista aguante al menos algún día más… Muchas gracias y un abrazo muy fuerte.
Qué bueno, Aurora. Tu protagonista ha logrado algo que parece imposible: desprenderse de la esclavitud del móvil, volver a la vida sencilla en que éramos dueños de nuestro espacio y tiempo. Me gustó mucho, muy visual, acertado a la temática y sencillo a la par que efectivo. Bravo