48. «CARPE DIEM»
Vivir a pesar de todo
Oscar Wilde
I
El sacerdote deja a la paciente más tranquila cuando escucha su confesión, aunque respira con dificultad y la sedación administrada en el suero intravenoso empieza ya a hacerle efecto. Después de una vida de sacrificio, renuncias y dedicada a rezar por los demás teme haber pecado de soberbia al pensar en el Paraíso que cree merecer. Aun así sigue imaginando su recompensa mientras exhala su último aliento.
II
El olor a especias del mercado le recuerda cómo el ayuno ha fortalecido su cuerpo. Igual que haberse mantenido tan puro como las huríes con las que sueña. Acaricia su pesado cinturón antes de mezclarse con el gentío, y cuando la multitud le impide avanzar cierra los ojos. Entonces inspira. Espira. Inspira hasta que sus pulmones no pueden aguantar más y acciona el detonador.
III
Ni siquiera recuerda el tiempo que lleva su maestro en posición de loto sin moverse, indiferente a todo lo que sucede a su alrededor. Por humanidad aún le espanta las moscas que se posan en su piel reseca o trata de que ingiera algún alimento, pero desde hace días no ha sido capaz de lograrlo. Y su respiración cada vez es más débil, más débil, más…
Tres maneras muy diferentes de vivir el presente. Mejor dicho, de abandonar el presente sin posibilidad de futuro. No sé cuál de los tres capítulos me gusta más.
Hay quien prefiere acogerse sí o sí al «carpe diem» para vivir el presente, pero bueno, parafraseando a Oscar Wilde, que cada uno viva como mejor le apetezca, pueda o quiera.
Muchas gracias por leer y comentar, Edita. Un abrazo.
Y al final, todos al hoyo… No hay certeza más grande. Me ha encantado tu texto con una original estructura y ese gran fondo. Una abrazo fuerte y mucha suerte.
Pues de momento esa es la única certeza racional, Aurora, pero ¿a quién le apetece ser racional?
Muchas gracias por tu lectura y por tu comentario. Un abrazo de vuelta para ti.
No hay mejor expectativa que la del paraíso, con independencia de la fe que se profese
Un relato en el que cualquiera daría lo que fuera por conocer lo que ocurre tras la extinción física, seguro que después habría muchas conversiones, por aquello de «ver para creer».
Un abrazo y suerte, Rafa
Mientras no tengamos un bola mágica o lo que sea que haya que tener para saber a qué carta quedarnos, siempre nos quedará la sabiduría de los clásicos para ir tirando y aprovechar el regalo de la vida.
Otro abrazo para ti, Ángel, y gracias de nuevo por tus comentarios.
Hola Rafa, pues muy currado y profundo tu relato. Consigues transportarnos fenomenalmente al momento que viven cada uno de los tres personajes, ¡y con tan poquitas palabras! Un saludo y mucha suerte.
Muchas gracias por tu visita y por tus palabras de aliento, Paqui.
Un abrazo y otro saludo para ti.
Un micro en tres actos, con cada personaje siendo tan distinto y viviendo de modo único y personal, a pesar de todo, como dice O.Wilde, su «Carpe Diem»… Lo más logrado, Rafa, es esa estructura que le diste al micro, que le da simultaneidad a esos tres momentos presentes…
Muy bueno, me gustó.
Cariños,
Mariángeles
Así es, Mariángeles, cada personaje de un modo único y personal… va buscando o espera encontrar exactamente lo mismo. Esas curiosidades que nos trae la vida…
Muchas gracias por tu lectura y comentario. Un abrazo para ti.
Hola Rafa, poco más que decir… ¡chapó!
Original y novedoso, tu relato esconde, como la buena literatura, mucho más de lo que muestra. Fe y vida, obsesión y muerte. Enhorabuena y un placer leerte, como siempre.
Abrazos
Muchas gracias por tu visita y apreciación, Alberto. También para mí es un placer leer un comentario como el tuyo.
Abrazos de vuelta para ti.
Poco puedo decir ya: estructura original, ambientación, filosofía… Un micro magnético, que te hace pensar que ojalá ser creyente para cruzar ese umbral contenta.
Un abrazo y suerte.
Hola, Rosalía. Bueno, siempre queda Oscar Wilde y la sabiduría de las Odas de Horacio, con ese
«Carpe diem» a la cabeza.
Muchas gracias por tu visita y por dejar un comentario tan atrayente 🧲. Otro abrazo para ti.