480. A LA DERIVA, de Asturcón Salvaje
Tiempo atrás tuve un amigo tan sabio que deseaba encontrarme con él para quedar embelesado, atrapado entre sus palabras. Siempre me comentaba que desaparecería de la civilización creada a partir del hormigón y la herrumbre, donde los corazones de las personas tornáronse ásperos como las aceras y su comunicación quedaría relegada a una tecnología fría y distante. Me confesó, una de esas mañanas filosóficas, mientras el humo del café recién hecho inundaba el bohemio salón de su casa, que la despedida sería inminente, pues deseaba consumir los años que le quedaban de vida en comunión con el mundo. Y llegó ese día en que me dio un abrazo, siempre con su sonrisa arrugada, despidiéndose de mí y del mundo terminal al que estábamos navegando sin vuelta atrás; con la naturaleza como destino, con el bosque como hogar, y como única compañía la soledad de la que su ser disfrutaría en consonancia con las verdaderas raíces de la humanidad.
Tiempo atrás tuve un amigo que un buen día penetró por este sendero que fluye sinuoso hacia las alturas, y se mimetizó con las raíces de la verdadera vida.
Si lo veis, decidle que tenía razón, y que continuamos viajando sin rumbo.