483. LA PASAJERA DEL BOSQUE, de Quiróptero en la Noche
Había pernoctado helada de frío sobre la copa de un gigantesco draco milenario, acurrucada en ese curioso moño de hojas verde canoso que se desmelena con tirabuzones de flores blancas o frutos rojos.
La vi desperezarse, caldeándose lentamente con los primeros rayos de sol que iluminaban la isla, y también dejarse caer de rama en rama, descolgándose con la habilidad del mono.
Luego, alcanzadas las desnudas cepas retorcidas del tronco, se deslizó por una de sus múltiples hendiduras hasta que atajó el descenso salvando el último tramo con un salto digno de ardilla voladora.
¡Por fin se sentía libre para recorrer el mundo! ¡Libre del maldito bucle esquizofrénico de humedad y calor de aquella selva africana donde estuvo atrapada!
Sin pensárselo, serpenteó entre el enramado de hojarasca hasta alcanzar una escorrentía, se dejó llevar por el agua de un regato que tornó en afluente de río y finalmente desembocó en el mar.
Ahora Rocío flota en el océano, dormitando, empapándose del calor que le hará volar con la levedad del vapor, anhelando subirse a una nube para emprender singladura hacia un nuevo destino.
Debería hablarle de los bosques de Cantabria… Puede que le apetezca dejarse caer por allí una madrugada.
Buena prosa y buenas historias. Transmites las situaciones y las atmósferas y demuestras conocimiento de la naturaleza. Todo ello con un sentido poético. Felicidades.
Muchas gracias, Antonia.
El autor
Como a Rocío, a mi también me gustaría que me hablases de los bosques de Cantabria. Este cuento es mipreferido: sencillo y poético.
Sin duda, el comentario más sabroso de mi humilde bagaje literario.
Un placer.
El autor