489. ESPERA EN EL BOSQUE, de Anaconda
En este anochecer frío y nublado, estoy esperando a la vera de este intrincado sendero ubicado en un tétrico rincón sombrío del bosque. La incipiente oscuridad parecen no cubrirme, pero si la paciencia. No hay nada que no ocurra si una anaconda asesina tiene la suficiente convicción de esperar. Esperar es la clave. Esperar hasta que la presa aparezca, hasta que la presa se acerque. Esperar…esperar…
Esta senda parece una garganta infinita en la oscuridad que no conduce hacia ningún lugar. Espero con el tesón de un verdugo y no muevo un solo músculo. Estoy inmóvil, imperceptiblemente inmóvil, tan inmóvil como una piedra, como si se hubiera detenido el propio tiempo.
En este universo de quietud, mis pensamientos se encadenan y percibo este silencio profundo con una fúnebre convicción. ¿Es sólo por necesidad de alimentarme? Mi naturaleza es asesina y sólo yo comprendo que esta ansia de depredar es una necesidad que me carcome día y noche.
En esta tenue oscuridad, con este insaciable deseo de matar lo veo venir al viejo cazador caminando lentamente por el sendero y siento regocijo mientras me preparo. Por ahora esta espera ha terminado, pero otra nueva espera seguirá asechando conmigo en el bosque.