49. MATICES (Sandra Sánchez)
La belleza a la que yo me refiero es ese tipo de belleza extraña como de flor muerta. Le nacía justo en mitad de la frente. Simétrica como el corazón de una manzana y, de ahí, se extendía a todo el cuerpo. Una auténtica catarata de belleza que resbalaba adaptándose a cada pliegue, a cada curva, inundando huecos, bañando orillas…
Sólo yo -que la trataba a diario- era capaz de captarla. El resto la rehuía tachándola simplemente de fea sin molestarse siquiera en buscar adjetivos que matizaran esa fealdad, cosa que me ofendía sobremanera.
Pensaba que ella nunca había llegado a percatarse ni de la belleza extraña que yo le otorgaba, ni de la fealdad simplona con la que la tildaba el resto; igual que yo no había llegado nunca a discernir si me había enamorado o si la admiraba como quien admira una obra de arte.
Hace poco me enteré de su muerte. Justo a los dos meses de mi partida, me dijeron. Muerte repentina, por lo visto. Pero ahora sé que, matizando el asunto, fue una muerte natural, tan natural como la muerte de esas plantas que encontramos en nuestra casa al regresar de una larga ausencia.
Un relato cosido con hilo muy fino, un homenaje a los detalles, esos en los que no nos detenemos y que solo un observador habituado y sensible puede captar, aunque la vida ajetreada que todos llevamos es un gran obstáculo, por desgracia, para que esa observación, que debería de ser habitual, cristalice.
Tendemos a clasificar todo con despreciativa simpleza, sin otorgar a los matices la importancia que tienen. Una belleza nunca es absoluta, como tampoco la fealdad, la bondad o la maldad. Lo que creemos minucias deberían ser argumentos a tener en cuenta, en tanto nada sucede ni existe por azar.
La psicología tanto del personaje descrito como del propio narrador dicen mucho de alguien más, de la autora de este relato, en el que merece la pena detenerse, degustarlo sin prisa y volver a leerlo, porque no queremos que se nos escape nada. Existe una trama, por supuesto, que puede resumirse en pocas palabras, aunque decir solo que un hombre se siente atraído por una mujer que al final fallece sería un delito en este buen relato, donde los pormenores no son minucia, sino la justificación de unos sentimientos que una persona suscita en otra. Alguien es capaz de detectar un universo donde otros ni se fijan, saber contarlo como tú lo has hecho implica buen oficio y dominio poético. Reconozco que juego con ventaja al tener la suerte de conocerte a ti y a tu trayectoria, pero quien no lo supiera llegaría a una conclusión parecida.
Un abrazo y suerte, Sandra
Poético. Sensorial. Nostálgico. Bello.
Un 8 (notable alto).
Tiene su encanto el relato, poético sin duda.