51. VIAJES LOW COST (GINETTE GILART)
Cada mañana, a la misma hora, aparecía en la estación de tren, se dirigía al andén y allí se sentaba en un banco. Se quedaba observando el ir y venir de los viajeros subiendo o bajando del tren. Luego sin quererlo se quedaba traspuesto un buen rato; cuando volvía en sí se sorprendía un poco e inmediatamente miraba el reloj que colgaba de la pared, «todavía hay tiempo» murmuraba y seguía entretenido viendo a la gente pasar. Hacia el mediodía un hombre joven se acercaba a él: «ya es hora de regresar a casa, seguro que tendrás hambre», le ayudaba a levantarse y caminando juntos hacia la salida le preguntaba: «cuéntame, abuelo, ¿a qué lugares has viajado hoy?».
Ginette, qué bueno el final. La imaginacion es un arma que disfrutamos a cualquier edad. Saludos y feliz verano.
Feliz verano para ti también y gracias por pasarte. Un abrazo.
Hay quienes, a la edad de tu protagonista (que supongo larga) se sientan al sol en los bancos de las plazas (en invierno) o a la sombra en los parques, hablan sobre la vida, se entretienen dando de comer a las palomas o paseando por las calles. La elección de tu protagonista es una estación, en la que imagina viajes personalizados a su gusto en cuánto a destino y compañía. Me ha gustado, Ginette, como no.
Placer leerte. Besos.
Un placer leer tu comentario, gracias. Besos
A la llegada de cualquier viaje, real o imaginario, lo bueno es poder contar a alguien lo visto y vivido… este abuelo tiene suerte. ¡Suerte, Ginette!
Sí que tiene suerte de tener alguien cerca aquí en contar sus experiencias. Gracias, Dominique, por leer mi texto y comentar. Besos.
Una historia que, por su temática, podría entristecernos pero, debido a la maestría con la que nos la trasladas, al leerla casi apreciamos el cariño de ese nieto por su abuelo y la suerte que tienen los dos. Enhorabuena, Ginette. Saludos y suerte.
«Maestría» aunque la palabra me queda grande se agradece el detalle. Muchas gracias por leerme y comentar.
Saludos, Jesús.
No es mal sitio una estación para pasar la mañana, personalmente es mejor que una obra de construcción, una de esas que parecen entretener a los señores y que siempre tienen tanto público. Si pudiera, mientras está, compartir los viajes con alguien, sería ya un plan redondo.
Otra historia aparentemente sencilla, pero que te deja con buen sabor de boca y una sonrisa. Felicidades!
Personalmente me encantan las estaciones, son evocadoras. Gracias por comentar, Luisa.
Besos.
Una estación de tren o de autobús, al igual que un aeropuerto, es un lugar de paso de lo más interesante, donde fluyen mil historias que alguien con tiempo, sosiego y una actitud contemplativa, puede intuir o imaginar. Cuando el cuerpo, que no deja de ser una máquina, ya no da más de si, que al menos el espíritu y el ánimo no dejen de viajar.
Te mando un abrazo fuerte de verano, Ginette.
Suerte
Ginette, la mejor manera de viajar es la imaginación y el mejor sitio una estación, donde es fácil dejar volar nuestros deseos. Con la edad, cuando el cuerpo y la memoria ya no son lo que eran, es bueno sentarte y recordar.
Buen relato.
Mucha suerte y feliz verano.
Besos.
El título me ha despistado un poco al principio, pero después me ha hecho sonreír. Y es que es realmente barato viajar como lo hace tu protagonista. Tu relato, de apariencia sencilla, levanta una nube de historias que aletean alrededor. Muy evocador.
Te deseo suerte, Gina. Un abrazo.
Qué tierno final. Me ha gustado mucho. Felicidades y suerte.
Besicos muchos.