517. UNA HUÉSPEDA MUY DESAGRADECIDA, de Lobato
A la salida del colegio, varias niñas se encaminaron hacia sus casas. Al llegar a una bifurcación de caminos, una se separó del resto, se adentró en un bosque cubierto por una espesa niebla y, en un largo camino aun más oscurecido por las frondosas copas de los árboles, se encontró con el guardabosques. Sorprendido por el hallazgo en un día tan desapacible, le ofreció que le acompañara a su casa, una hermosa cabaña de madera situada en un claro del bosque.
El fuego ya había calentado el salón. Le preparó un trozo grande de bizcocho con arándanos y un tazón de leche caliente. Cogió una silla, la acercó a la chimenea e invitó a la niña a sentarse en sus rodillas para que entrara en calor. La niña introdujo la mano en su cartera en busca de algún objeto, lo asió fuertemente y de un certero golpe le clavó el compás en el cuello seccionándole la carótida. Mientras se desangraba, ella observó en el espejo las salpicaduras de sangre sobre la pechera de su vestido blanco. Se sintió preocupada por la bronca que recibiría de su abuela por mancharse con las moras del bosque.