519. LOS EMISARIOS, de Orilla 3
Sobre las ramas del árbol más viejo del bosque, se habían ido depositando infinidad de historias, las que le traían sus emisarios, llegados de cualquier parte del ancho mundo. El árbol hubiera querido recorrer senderos narrando a las gentes los relatos que atesoraba, pero sus raíces poderosas lo mantenían atado a las entrañas de la tierra.
El escritor entró en el bosque persiguiendo a una musa esquiva. El árbol, centenario y sabio, supo que podía confiar en él. Convocó a sus emisarios: brisa, lluvia, viento, pájaros y esas mariposillas de luz que viven prendidas de un rayo sol; y a todos los lanzó sobre el hombre que caminaba, cuaderno en ristre. El impacto le obligó a sentarse, apoyó la libreta en sus rodillas y comenzó a escribir. El sol tuvo que irse, pero dejó en su lugar a la luna, que encendió la noche. El hombre escribió hasta el amanecer, luego cerró su cuaderno y corrió a la imprenta. Allí hicieron un libro con todas aquellas historias, sucedidas cientos de años atrás en todos los boques del mundo.
El hermoso, imprescindible libro del Bosque.
El escritor acarició la añosa piel de su musa.