52. De olvido y desmemoria
Hace tiempo que el mundo se olvidó de ellos. Los hombres ya no los veneran como heraldos de buenas noticias ni pintan el delicado fulgor de sus auras en lienzos exquisitos. Ni siquiera los niños los invocan a la hora de dormir.
Languidecen ausentes mientras se despiojan las alas, como aprendieron de las palomas, siempre tan afines a ellos. Los sábados de noche patrullan por viaductos herrumbrosos en busca de suicidas que salvar o se acurrucan en callejones helados a la espera de algún mendigo borracho a quien librar de la hipotermia. A veces, una de sus lágrimas le arranca una flor anémica a un secarral o su vuelo espanta las moscas que se ceban en los ancianos con pañales, y esas victorias exiguas vuelven a hacerles sentir los orgullosos custodios de la humanidad que un día fueron. Pero pronto caen de nuevo en el desánimo, lamentándose porque ya no son capaces de detener una guerra o mitigar una hambruna.
Como si acaso Yo alguna vez les hubiese otorgado ese poder.
Los hombres son capaces de matar en nombre de Dios si se da el caso, rezan para que el Creador les apoye en cualquiera que sea su actividad o inquietud, en la creencia de que así todo se justifica. Los ángeles son los agentes de cercanía para esa supuesta función de amparo. Sin embargo, todos se engañan. Los seres alados están muy limitados, mientras los hombres están solos, muy solos, y solo ellos, con sus limitaciones terrenales y su condición mortal, son los responsables de lo que hacen o dejan de hacer.
Un relato muy bien trabajado, que pone en su lugar a quienes tienen ínfulas de estar tocados por lo sobrenatural, ese halo ficticio que a algunos les sirve de disculpa para todo.
Un abrazo y suerte, Ana
Desánimo, decadencia, deterioro, desencanto, chasco… Realidad. Muy buen relato.
Me parece un texto muy bien contando y muy bien escrito. Mi enhorabuena
Malos tiempos para la lírica, que decía la canción. Muchas gracias por leer y comentar, Edita. Un abrazo.
Muchas gracias por tus palabras, y sobre todo por el tiempo empleado en leer y comentar, Isabel Cristina. Un abrazo.
Cierto, los seres humanos somos responsables de muchos de los males que nos aquejan (no de todos) por nuestro comportamiento irresponsable y cruel, tanto entre nosotros como hacía el planeta, pero no lo admitimos. Y las consecuencias de ese comportamiento nos convierten en descreídos. Pobres ángeles, ahora olvidados por los hombres y limitados desde el primer día por ese Dios creador que se compadece de su decadencia…y nada más. Muchas gracias por leer y comentar, Ángel. Un abrazo.
Un relato precioso, que bonita imagen de decadencia y desesperanza, «despiojando sus alas»…
Suerte, un saludo.
Sí que son malos tiempos para los ángeles y para la esperanza. Me encanta cómo los representas. Me parece buenísimo tu relato, Ana. ¡Enhorabuena!
Mucha suerte. Un abrazo.
Me alegra que te haya gustado, Ana. Muchas gracias por leer y comentar. Un abrazo.
Todo lo malos que los seres humanos los queramos hacer. No es de extrañar que hasta los ángeles se depriman. Un abrazo grande, Nieves, y muchas gracias por tu comentario.
Las victorias de los ángeles en el mundo actual parecen pírricas. Un relato que hace pensar en lo desastroso que es el género humano, antes y ahora también. Pura denuncia. Maravilloso texto, Ana. Suerte y abrazos.
Las verdaderas victorias dependen de nosotros mismos, pero como dices, somos un auténtico desastre. Muchas gracias por tus generosas palabras, un abrazo.
Ana Fúster he leído tu micro después de conocer su paso a la posteridad y al ir desgranando cada frase he comprendido y celebrado el porqué de su éxito.
Valoro mucho los micros que aciertan al narrar una historia, pero, para mí, lo que les pone en órbita es la voz, la vocación de hacer de tu escritura un paisaje reconocible y hermoso. En tu relato se pueden hallar ambas cosas. Por eso es tan bueno.
¡¡¡Enhorabuena!!