52. Estremecedor (Josep Maria Arnau)
La última noche no había podido dormir. Después de semanas disfrutando como nadie en los ensayos, había llegado el día del estreno. Con su ilusión y energía había convencido a todo el mundo de cuál era la mejor manera de empezar la exhibición: él mismo, sentado en el centro del escenario, golpearía tres veces en el suelo con la muleta para indicar que se levantara el telón y se encendiera el foco. Esperaría a que las luces del teatro se hubieran apagado del todo y el silencio alcanzara su máximo. En la oscuridad, aquellos tres golpes consiguieron que al público se le cortara la respiración. Al quedar iluminado, el ¡oooh! fue estremecedor. Nadie podía ganarle generando expectativas y superándolas. Un momento de gloria para el “hombre elefante”.
El título hace honor al tema: la historia del “hombre elefante” es verdaderamente estremecedora.
No hace falta complicar las cosas con detalles. Lo más categórico y determinante es la sencillez, más aún ante un público predispuesto, para quien la luz apagada, tres golpes y una aparición que esperan con curiosidad y algo de temor es más que suficiente para no olvidarlo nunca, de pocas cosas puede decirse lo mismo. Tras tanta desdicha desde el nacimiento, al final, de alguna forma, aunque solo fuese durante un momento, alcanzó la gloria, no todo el mundo puede decir lo mismo.
Un relato original y diferente, con un personaje que existió, inmortalizado en una película, que debió de sufrir lo indecible, pero que también generaba mucha expectación en los demás, por su singularidad.
Un abrazo y suerte, Josep
Hola, Josep Maria, confieso que me he metido entre el público, he oído los tres golpes rompiendo el silencio y me he sorprendido y estremecido al ver al «hombre elefante» al encenderse las luces. En pocas pero certeras palabras has conseguido recoger toda la esencia de ese momento de gloria. Tuvo que ser terrible nacer en ese cuerpo que no dejaba de deformarse, hasta ser una especie de monstruo por el que la gente pagaba para poder verlo. De todas las maneras, parece ser que él no tenía tan mala sensación de su exhibición ante la gente, como recoge el relato, ya que al ser rechazado en todos los trabajos, fue su única forma de poder obtener algo de dinero. Un micro que nos hace imaginar muchos finales, pero que nos sorprende en la última frase con uno diferente e inesperado. Un abrazo y suerte.
Hola Josep:
Enhorabuena por el relato. El texto va cautivando la atención del mismo modo que esos bastonazos, ese telón y esa intriga van depositando el deseo en los espectadores.
Mucha suerte y un saludo
Vaya, el micro hace honor a título, me imagino estar entre el público, y casi puedo sentir el estremecimiento.
Un abrazo y suerte.
Como otros humanos especiales, este hombre hizo de su diferencia una forma de vida. Tan respetable como cualquier otro trabajo.
El relato nos lleva a la escena final con un redoble de bastón y una aparición estelar.