55 – Lo que nunca fue (Patricia Collazo)
Marilyn. Así la llamo en secreto. Cada noche, cuando apagan las luces del escaparate, dormimos casi codo con codo. Ella acurrucada sobre sus cartones sucios, yo de pie.
Su ropa, a diferencia de los cartones, siempre está limpia. Tiene dos o tres camisetas y un par de pantalones de chándal que va alternando debajo de un abrigo largo al que le sobran varias tallas. Un estilo único, que ningún escaparatista podría conseguir.
En verano, el abrigo se amalgama con su almohada. Un complemento de temporada, como las gafas de sol que me ponen en junio, o el foulard que me enroscan al cuello con estudiado descuido al llegar el otoño.
Al principio, ella me ignoraba. Pero al cabo de un tiempo, empezó a responder cuando le deseo buenas noches, y al despertar se queda mirándome arrebolada, antes de recoger sus cosas y difuminarse en el amanecer.
Tiene un andar elegante, de modelo de pasarela, y yo quisiera seguirla para averiguar qué hace cuando no está conmigo. No son celos. Sé que a medianoche regresará. Que apoyará su mano cálida sobre el cristal y me dedicará una de esas sonrisas irresistibles que iluminan su rostro cuando evoca aquello que nunca fue.
No hay amor más puro que aquel basado en el respeto total, con la colaboración de una cierta distancia. Ya sabemos que la convivencia rompe cualquier magia. El amor platónico, el inalcanzable, el que se queda en miradas, en pensar en lo que nunca fue y nunca llegará a ser, se mantiene incorruptible, resiste el paso del tiempo sin ningún tipo de desgaste.
Una historia sobre dos seres distintos, aunque almas afines, en mundos paralelos que nunca llegan a cruzarse del todo, siendo esa su ilusión.
Un abrazo, Patricia. Suerte
Bellísimo. Con la marca de calidad «Collazo». Rechace imitaciones.
Mucha suerte, Patricia.
Besos.