55. Trapos
Aunque Mauricio llevaba jubilado varios años, seguía trasteando con su máquina de coser. Liberado de fechas de entrega, mezcló su oficio de sastre con su afición de sociólogo. Engalanó su balcón con sus creaciones y se asomó a observar a la gente. Libreta en ristre, se dispuso a apuntar sus reacciones, si las había, para escribir un libro al que quería titular, Estudio sobre la inteligencia del ser humano. Primero colgó un retal estampado con los colores del arcoíris. Recibió algunas miradas de aprobación, veinte gritos con vocales muy abiertas, que pronunciaron: ¡Maricón!, y una voz aterciopelada que le cantó Over The Rainbow. Tras unas horas lo quitó, y puso un trozo de tela tintada con dos franjas rojas y una amarilla. Le llegaron catorce ¡Viva España! y veintisiete ¡Facha! Posteriormente, cambió una de las franjas roja por otra morada. En esta ocasión hubo quince ¡Viva la República! y veinticinco ¡Rojo! Finalmente, extendió una sábana con el dibujo de un tipo barbudo con melena, y la cosa estuvo más reñida. Sus oídos captaron dieciocho ¡Viva el Che!, dieciséis padrenuestros y catorce ¡Como tú ninguno, Camarón!
Desde entonces solo sale al balcón para dejar un puñadito de alpiste a los pájaros.
Un balcón puede ser un lugar ptivilegiado desde el que someter a la ciudadanía a un curioso experimento, cuya conclusión solo puede ser la necesidad de relativizar, de quitar esa importancia desmedida que se le otorga a unos simples trapos con los que, de forma muy simple también, sin opción a matices, parece que hay obligación de pronunciarse bajo la máxima: «o estáis conmigo o contra mí».
Sabia decisión la de tu protagonista de mantenerse al margen de ese juego estéril y dar alpiste a los pájaros, aunque seguro que también tiene sus detractores entre quienes piensan que lo dejan todo perdido de excrementos. Igual es que no tenemos solución
Un relato formidable, un claro espejo de nosotros mismos.
Un abrazo y suerte, Pablo
Siempre es una delicia pasarse por un relato que has dejado y ver tu comentario, que nunca falta. Como siempre, certero, y es que tus palabras engalanan nuestros relatos. Le ponen un lazo y lo envuelven de claridad y elegancia.
Hace poco han habido elecciones en mi comunidad, y este fin de semana se celebra el día del orgullo LGTBI. He visto muchas banderas, de todo tipo, y ante esos símbolos, que para algunos como yo son meros trozos de tela, todos respetables y a los que respeto, he observado más muestras de odio que de otra cosa. O de cariño exagerado, bajo mi humilde punto de vista. Pienso que en esta sociedad nos debemos guiar por el respeto y el cariño a los demás, dejar que cada uno engalane su balcón como quiera (yo prefiero los balcones engalanados con flores), y vivir y dejar vivir, sin odios y, como digo arriba y nunca me canso de repetir, con respeto.
Y después de esto, voy a colgar en mi balcón la bandera del Betis. 😂😂😂
Muchísimas gracias, amigo Ángel. Un fuerte abrazo. También te mandan un beso fuerte los dos miembros de mi familia, que, desde que te conocieron, te sienten parte de ella. ❤️
Formáis un equipo formidable. Ahí va otro abrazo también para ellos.
Lo del tipo barbudo es una guinda con mucha gracia, me ha hecho reir ¡suerte!
Saludos.
Me alegro mucho, Ana. Mi intención era sacar punta a algo que observo en nuestra sociedad, con sentido del humor. ¡Qué nunca perdamos el humor!
Mil gracias por pasearte por aquí. Un placer, Ana.😘
Muy bueno.
Abrazos marinos.
Me alegra que te guste, María. Gracias por pasarte por aquí.
Un abrazo.
Magnífico estudio sociológico el de tu protagonista cuya primera conclusión debe ser la de: ¡Hay que ver lo provocadoras que son las distintas combinaciones de colores y la desorientación que generan unas barbas y unas melenas!
Excelente, Pablo.
Mucha suerte y un abrazo.
Gran conclusión, Rafa. Jajajaja. Muchísimas gracias por pasarte por aquí. Siempre me hace mucha ilusión leer tus comentarios. Me alegra que te haya gustado, Maestro.
Un fuerte abrazo.
Si pudiera enviarte unos emoticonos serían esas manos aplaudiendo o las que usan el símbolo del pulgar hacia arriba para decirte: ¡Bravo! o ¡Bien hecho!
Por otra parte, me encantaría visitar tu balcón.
¡Oh! Muchísimas gracias por tus encantadoras palabras, Isabel. Y por pasearte por aquí.
Mi balcón siempre estará abierto para ti.
Un besote.