552. BAILAR EN UN BOSQUE ES UN CIERTO PLACER QUE SOLO UN LOCO CONOCE, de Légamo
A Almudena la encontraron cochambrosa y semidesnuda danzando casi extasiada en el meollo de un bosque. Pronto la aislaron en un centro donde se las amañaba para esconder los plastidecor y pintar las grisáceas paredes de la habitación 127. Las decoraba con montañas atravesadas por caóticos matorrales. Dibujaba hileras de árboles ornamentando sus quejumbrosas ramas con escamarujos escarlata. En este escenario estiraba sus brazos y su cuerpo giraba impulsado por una pierna apoyando toda su masa muscular sobre la otra. Dos giros perfectos, punta-talón-punta, saltito, y después un grand-plié.
Unas pequeñas dosis de psicoterápia combinado con atracones de antipsicóticos alentaron el fin de sus días en el manicomio. Su habitación seguía gris. Almudena ya estaba preparada para volver a su rutina normal. A coger el metro en hora punta para ir trabajar en unas oficinas de la gran ciudad.
Todos estaban muy optimistas con su salida del psiquiátrico. Sobretodo ella, que estaba loca por liberarse de esos tabiques tiznados de color ceniza y poder ocultarse en la frondosidad de un bosque para danzar como una ninfa, estirar sus brazos y finalizar sus coreografías con un grand-plié.
Me gustó. Porque todos tenemos algo de locura…