565. LA SOMBRA, de Brizna
Sentí el acre sabor de la sangre en mi boca. No pude esquivar la última rama. Correr a través del bosque en mitad de la noche no era aconsejable, pero sentía su presencia a mi espalda, sentía su aliento en mi nuca. No debimos adentrarnos en su búsqueda, pero lamentarme ya no servía de nada, sólo quería escapar, llegar a la cabaña, refugiarme bajo la luz de su entrada. Nunca creí que una leyenda así fuera cierta, pero lo que hizo desaparecer a Ana de mi lado ahora me perseguía de cerca. Decían que era una sombra más oscura que la propia noche, un agujero negro capaz de absorberlo todo haciéndolo desaparecer bajo su manto. Y ahora esa oscuridad me perseguía.
No sé como, pero conseguí salir del bosque y llegar a la luz. Subí las escaleras del porche apresuradamente, y mientras recuperaba el aliento lo vi. Estaba allí, bajo los árboles. Sólo era una oscura silueta pero al mirarla esta vez lo comprendí todo. Ya era demasiado tarde. El tupido bosque empezaba a rodear lentamente la casa.