571. EL BOSQUE ASUSTADO, de Musgaño
La noche se posó suavemente entre los árboles y el bosque echó el pestillo para descansar.
Muchos animales se desperezaron en sus madrigueras y se lamieron con primor su vello suave y tibio antes de salir al exterior. Cuando lo hicieron, husmearon con placer el olor del viento y disfrutaron escuchando atentamente los sonidos despreocupados que emitían sus futuras presas.
Nadie tenía miedo porque el día había pasado.
Los árboles respiraban serenos y charlaban pausadamente sobre los acontecimientos del día. Peinaban sus hojas dejando caer los cabellos secos y mecían a sus visitas que se acomodaban sobre sus ramas.
Poco a poco la noche se fue agotando y pequeños rayitos de luz afilada empezaron a colarse por las grietas del bosque, avisándole de que debía ir adormeciéndose.
El sol finalmente lo inundó todo. Entonces se escuchó el estruendo de un potente motor, y luego otro, y otro más. Una fila de quads irrumpió en el bosque quebrando su silencio. Todos ellos se abalanzaron estrepitosos sobre los senderos, aplastaron frágiles alfombras de musgo y aterrorizaron con su furia, su aspecto y su olor a todas las criaturas del bosque.
No es extraño que el bosque nos tema y no nos comprenda.
Muchos animales se desperezaron en sus madrigueras y se lamieron con primor su vello suave y tibio antes de salir al exterior. Cuando lo hicieron, husmearon con placer el olor del viento y disfrutaron escuchando atentamente los sonidos despreocupados que emitían sus futuras presas.
Nadie tenía miedo porque el día había pasado.
Los árboles respiraban serenos y charlaban pausadamente sobre los acontecimientos del día. Peinaban sus hojas dejando caer los cabellos secos y mecían a sus visitas que se acomodaban sobre sus ramas.
Poco a poco la noche se fue agotando y pequeños rayitos de luz afilada empezaron a colarse por las grietas del bosque, avisándole de que debía ir adormeciéndose.
El sol finalmente lo inundó todo. Entonces se escuchó el estruendo de un potente motor, y luego otro, y otro más. Una fila de quads irrumpió en el bosque quebrando su silencio. Todos ellos se abalanzaron estrepitosos sobre los senderos, aplastaron frágiles alfombras de musgo y aterrorizaron con su furia, su aspecto y su olor a todas las criaturas del bosque.
No es extraño que el bosque nos tema y no nos comprenda.