573. CON DUENDE, de Duende 2
Allí, allí donde los mirlos unen su canto al murmullo de un río sosegado, a los cuchicheos que se traen las ramas de los árboles mecidos por una suave brisa, y a la risa gozosa de las nutrias. Allí donde todos se aúnan para componer la melodía capaz de cautivar los sentidos y, ¡hasta el alma! ¡Allí deseo escapar!, a ese lugar, donde saciarme de tanta perfección, a ese pequeño valle cercano al bosque, donde unas casitas tratan de pasar desapercibidas entre tanta naturaleza, no quieren romper esa armonía tan perfecta, solo están para que otros puedan disfrutar de su belleza mágica,
-¡Este lugar parece que tiene duende!-, dijo Viviana a sus amigos mientras descansaban en el pequeño porche de una bonita casa rural.
Ninguno se dio cuenta que justo al lado de ellos, un ser muy pequeñito con orejas largas, puntiagudas, y sonrisa agradable, los escuchaba atentamente,
-¡Claro que hay duende!, si no existieran los duendes ¿Qué sería del bosque y de los animalitos?, ¿quién mantendría tanta belleza?-, dijo para sí el pequeño duende del lugar. Nadie sabía que ellos formaban una parte fundamental de la naturaleza, ellos lograban que el lugar fuera totalmente ¡Mágico!, ¡con Duende!
-¡Este lugar parece que tiene duende!-, dijo Viviana a sus amigos mientras descansaban en el pequeño porche de una bonita casa rural.
Ninguno se dio cuenta que justo al lado de ellos, un ser muy pequeñito con orejas largas, puntiagudas, y sonrisa agradable, los escuchaba atentamente,
-¡Claro que hay duende!, si no existieran los duendes ¿Qué sería del bosque y de los animalitos?, ¿quién mantendría tanta belleza?-, dijo para sí el pequeño duende del lugar. Nadie sabía que ellos formaban una parte fundamental de la naturaleza, ellos lograban que el lugar fuera totalmente ¡Mágico!, ¡con Duende!