576. MI GRAN AMIGO BOSQUE, de Raíces 2
Fue una semana horrible, hacía mucho tiempo que no me sentía igual. Mi mente estaba agotada y mi cuerpo, desgastado.
Tuve problemas familiares, complicaciones en el trabajo, discusiones con mi mujer y una acumulación de recibos impagados en el banco.
Necesitaba un día para reflexionar y meditar, para liberar mi mente.
De pequeño mi padre solía llevarme a un lugar maravilloso, un bosque a las afueras de la ciudad, un lugar en el que uno puede relajarse y pensar en cosas intranscendentes, contemplar la belleza de la naturaleza y pasear, sin ninguna meta, sin ningún fin, simplemente pasear.
Pude observar los colores rojizos, anaranjados y amarillentos de aquel bosque. La caída de la hoja envolvía el valle en un paisaje de melancolía y calidez. Observé el paso de los años en los tejos, robles y hayas en los que me escondía de pequeño, y disfruté de la calma de aquel que se siente liberado y relajado, rodeado de una belleza singular.
Al regresar a casa, ya de noche, me sentí con energías renovadas y con ganas de abordar cada uno de aquellos problemas, los cuales quedaron solucionados en cuestión de días.