577. ESTA NOCHE TE CUENTO, de Ardilla 8
Miguel vino a recogerme anoche al salir del trabajo, tras tenerme intrigada toda la tarde con una sorpresa que tenía preparada para el fin de semana. Caí rendida en el asiento del copiloto. Sólo recuerdo haberme lavado la cara y desnudado torpemente antes de acostarme.
No fue el olor del café lo que me despertó, ni el de los cruasanes tostados. La ventana estaba abierta y entre sueños ya percibí aquel aroma que me envolvía. Olía a limpio, a verde, a ramas; olía de una forma tan reconfortante y atractiva que me embriagaba.
Miguel me llamaba desde la terraza, allí estaba sirviéndome el desayuno, sonriente, mirando mi cara atónita. Tras comérmele a besos miré a mi alrededor. Qué sensación de paz, me olvidé de todo en aquel paraíso perdido. La casita, en medio de un majestuoso bosque de encinas, chopos y romero, parecía sacada de un cuento de hadas.
Dimos un largo paseo, el olor de la savia escurriendo por los troncos se impregnaba en nuestra piel. Entonces mi chico, cogiéndome por la espalda me susurró al oído el “te quiero” más bonito que ningún poeta pudo expresar jamás. Fue ese lugar, nunca lo olvidaré.