58. Do, Re, Mu
Redonda, cuando suena Mozart, se queda inmóvil para que el cencerro no le impida escucharlo. Corchea en cambio muestra una clara predilección por Beethoven. Desde que hay música en la granja las notas son mariposas que aletean entre las flores, moscardones que juegan con la manada, vencejos que sobrevuelan veloces el prado. Las vacas dan más leche que antes y el pasto crece más verde y lozano. Allegro, que prefiere a Brahms, tampoco escapa de sus efectos. Su labor como semental provoca asombro en la aldea y el número de reses se ha duplicado en poco tiempo con su altruista aportación.
Ana y Luis están exultantes con los resultados del experimento. Ellos mismos trabajan con mejor ánimo escuchando los clásicos allá donde se encuentren. Ana, que hace nada añoraba su pasado en la ciudad, ahora se ve viviendo feliz siempre en el campo. En cuanto a Luis, cualquiera diría que ha recobrado el vigor de antaño. Come y faena como un muchacho y se levanta al amanecer silbando las melodías. A veces, sobre todo con los crescendos, los ojos se le encienden de pasión. Deja entonces lo que esté haciendo y, sin decir ni mu, se adentra en los establos.
Siempre se ha dicho que existen estudios sobre la buena influencia de la música, en concreto de Mozart, sobre el crecimiento de las plantas. Lo que si está demostrado es que sobre los seres humanos las notas bien combinadas ejercen un efecto positivo. No es nada descabellado, al contrario, imaginar que también favorecería a las vacas, por no hablar de esos granjeros maduros, a los que recarga de vigor, hasta el punto de rejuvenecerles varios años.
Creo que hasta ahora, en esta convocatoria, nadie había utilizado la música como motivo de alegría y felicidad. No me extraña que lo hayas hecho tú, porque tus relatos no son solo pura armonía, que ya sería bastante, también la producen.
Un abrazo grande, Enrique.
Suerte y, casi ya, felices fiestas
Muchas gracias, Ángel. Es verdad que los efectos que la música produce en nosotros son muchos y poderosos y que, por lo visto, tampoco el resto de seres son inmunes a ellos. Lo demás, en este caso, si guarda algún parecido con la realidad es pura coincidencia, como suele decirse. Me alegran siempre tus comentarios y a menudo me haces ver cosas que ni yo mismo había pensado al escribir. Otro abrazo grande para ti y un anticipo de mis buenos deseos para estas fiestas.
¡¡¡Guauuu, una pasada de micro, me ha encantado!!!
No necesitas suerte, pero sí te mando un abrazo grande y un deseo:
¡Felices Fiestas!
Muchas gracias, Rosy. Me alegra mucho no solo que te haya gustado y sino también tu visita por sí sola. Otro abrazo grande para ti y mis mejores deseos para estas fiestas. 😘
Dicen que la música amansa a las fieras, pero de vez en cuando hay algunos a los que enardece, como a Allegro o a Luis. La música es un disparador maravilloso de los sentimientos, entre ellos el de la felicidad. Tu relato también tiene un efecto parecido: invita a la felicidad por la forma en la que narras, por la música que desprende, por la genialidad. Suerte y felices fiestas, Enrique. Un abrazo.
Me alegran mucho tus palabras, Rafael. Este comentario habla por sí solo de tu gran calidad literaria y también de tu generosidad. Me ha gustado especialmente eso del «disparador de los sentimientos». Creo que no se puede definir mejor el efecto de la música sobre nosotros y quizá sobre todos los seres vivos. Muchas gracias por todo y Felices Fiestas. Un abrazo.
Felicidades. Un relato lleno de imaginación, con un final sorprendente y chocante.
Muchas gracias, Antonio. Me alegra lo que me dices y sobre todo el que hayas tenido esta atención. A mi también me ha gustado mucho tu propuesta, con esa alegría tan pura que cuentas. Ese hervor de la comida, con la dimensión que cobra en el contexto del relato, me ha recordado a Manuel Rivas y la comparación que hace entre esa palabra y su equivalente gallego: fervor. Enhorabuena por tan merecida selección. Un abrazo.