586. HELECHO, de Lluvia
Amo los helechos, desde pequeña siempre me han fascinado. Nunca he sabido bien por qué, después de todo son plantas más bien sosas, sin flores, que extienden sus hojas uniformemente verdes para bañarse de sol. Ordinarias, claramente. Sin embargo, verlas desenrollarse lentamente desde el churrusquito anudado que son al principio, hasta su extensión completa que pelea contra la sombra, me hace siempre sonreír de ternura. Me maravillo frente a su forma fractal que parece contener las fórmulas del universo y toda su composición.
Supongo que estas cosas ocurren con cualquier elemento del mundo, con todos los frutos de esta tierra vibrante. Es una lástima que yo sólo pueda apreciar tanta magnificencia en la contemplación de un helecho.