590. VOCES DEL BOSQUE, de Hoja Seca 2
Hay noches en que el bosque parece tragarte. Tropezaba con las piedras grises. Las ramas crujían cuando me aferraba a ellas para sostenerme. Un remolino hacía girar las hojas a mi alrededor.
Mis pies se enredaron con las raíces de un tronco enorme y caí. Permanecí inmóvil, aterido por el dolor y por la sangrante herida de mi alma. Tanto caminar sin haber llegado a ninguna parte; tanto buscar la luz para hallarme sumido en las tinieblas. Sentí lástima de mí mismo. Y lloré.
Desbaraté algunas hojas secas entre mis dedos. Luego, encontré una hoja verde y lozana, que seguramente el viento había arrancado antes de tiempo. Sentí odio y quise destruirla, pero no pude, un murmullo me detuvo.
Acaricié la hoja con mi mejilla y escuché más cercano el susurro. Seguí buscando la voz y lentamente me incorporé, apoyándome en el árbol. La hoja ya no me hablaba. La solté. La vi descender y luego tuve miedo del silencio y de mis manos vacías, pero sólo duró un momento. Había comprendido. Extendí los brazos y estreché al árbol hasta donde pude. Alcé mi mirada hacia su copa y entonces lo escuché todo.
Mis pies se enredaron con las raíces de un tronco enorme y caí. Permanecí inmóvil, aterido por el dolor y por la sangrante herida de mi alma. Tanto caminar sin haber llegado a ninguna parte; tanto buscar la luz para hallarme sumido en las tinieblas. Sentí lástima de mí mismo. Y lloré.
Desbaraté algunas hojas secas entre mis dedos. Luego, encontré una hoja verde y lozana, que seguramente el viento había arrancado antes de tiempo. Sentí odio y quise destruirla, pero no pude, un murmullo me detuvo.
Acaricié la hoja con mi mejilla y escuché más cercano el susurro. Seguí buscando la voz y lentamente me incorporé, apoyándome en el árbol. La hoja ya no me hablaba. La solté. La vi descender y luego tuve miedo del silencio y de mis manos vacías, pero sólo duró un momento. Había comprendido. Extendí los brazos y estreché al árbol hasta donde pude. Alcé mi mirada hacia su copa y entonces lo escuché todo.